Opinión

La isla de los prodigios

Luego están los fariseos, claro. Los que se escandalizan públicamente y se rompen las vestiduras y se tiran de los pelos porque no distinguen la realidad del deseo

El programa La Isla de las Tentaciones, uno de los mayores éxitos televisivos de los últimos años.
Yolanda Vallejo

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Dicen los terraplanistas que al final del mundo hay un muro de hielo que nos impide caer al vacío, que Australia no existe y que sus 24 millones de habitantes son, en realidad, «actores pagados por la NASA». A estas alturas estoy de un crédulo ... que soy capaz de comprar cualquier idea, fundamentalmente porque ninguna me parece del todo disparatada. Es uno de los daños colaterales de la posverdad, la incapacidad de distinguir lo cierto de lo falso, algo que ya defendían los clásicos ilustrados: una cosa es la verdad y otra cosa la verosimilitud; una cosa es lo que es y otra lo que parece. Y en el mundo de las ‘fakes’, los límites entre unas y otras son tan líquidos que es muy fácil ponerse chorreando en cualquier charco.

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