Cádiz arde pero poquito

Lo que en, en principio, a todo el mundo le parece justo y necesario se ha convertido en un arma política, tan alejada de la ciudadanía como próxima a los intereses electorales

Yolanda Vallejo

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Siempre resultan odiosas –y en este caso inevitables- las comparaciones, pero estará de acuerdo conmigo si le digo que no me he podido quitar esta semana de la cabeza, viendo la huelga salvaje de los trabajadores afectados por el convenio del metal, las imágenes ... de todas las huelgas pasadas y pesadas que hemos vivido en esta apartada bahía , castigada siempre por los distintos gobiernos, que se ha ido desangrando poco a poco por una misma herida, la del abandono. Recordará, y si no lo recuerda, habrá alguien que lo haga por usted, la durísima reconversión de los Astilleros a finales de los setenta del pasado siglo. Y recordará una ciudad sitiada y unida en un solo grito desesperado por el empleo , por el pan, por la dignidad de los trabajadores. Una ciudad que no se rendía ni de día, ni de noche, y que se mantenía unida y firme en la reivindicación. Una ciudad que, parados los Astilleros, paraba entera, sin condiciones. En apoyo de los trabajadores cerraban los comercios, los niños no íbamos al colegio y se hacía frente unánime a la represión . Algunos nos conformábamos con recoger las pelotas de goma que lanzaban los antidisturbios y otros, como cantaba el coro 'La Guillotina' –cuando no había autocensura, ni esto iba de los míos y los tuyos- tiraban macetas y lavadoras desde los balcones. Hasta los presos de la cárcel –de la cárcel vieja, que aún era cárcel- gritaban aquello de «Suárez, escucha, el pueblo está en la lucha». Porque era el pueblo, de verdad, el que estaba luchando por los puestos de trabajo, porque era un Cádiz obrero el que estaba reclamando sus derechos , unos derechos apoyados por todos los sectores de una ciudad sin miedo, que ya lo decían 'Los camaleones': «las balas de goma dan mal resultado, nos sobran pelotas a los gaditanos». Los encierros en las factorías dieron como resultado manifestaciones con más de cien mil personas –entonces éramos pocos más que ahora- bajo el lema «Cádiz en defensa de su bahía». Ya ve, igualito que ahora.

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