¿Ayudaría en algo?

Hay batallas que son para perderlas. Y ésta la perdimos hace meses. La perdieron ellos y la perdimos nosotros. Salimos sin armas, sin trincheras, sin esperanzas

Yolanda Vallejo

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En lo que llevamos de año, después de haber pasado por todos los estados de ánimo posibles, después de haber asistido –como invitada de honor– a la ceremonia de la confusión organizada por las autoridades sanitarias y las otras –ya sabe, Salud responde, a veces–, ... después del frío, de la nieve, de los terremotos y del inicio de la campaña electoral en Cataluña, a una le van quedando pocas opciones. Y sé que a usted le pasa lo mismo. Por un lado, están el Carvativir o Carvacrol, esa especie de Ciripolen que, según Maduro, neutraliza los síntomas del Coronavirus con una efectividad prodigiosa, solo comparable a la lejía de Donald Trump y al crecepelos del Blacamán de García Márquez, y la promesa china de un test rectal más eficaz que todos los conocidos hasta el momento; por otro, están las noticias, las de siempre y las de ahora, que son las de siempre, es decir, los que se saltan el confinamiento y los que se saltan las listas para vacunarse. Los que se consideran a sí mismos como población de riesgo para arrimar el brazo cuanto antes –espero que lo hagan solo por eso y no porque «yo lo valgo»–, y los que ni se imaginan que son un riesgo para la población pero están poniendo su granito de arena para que todo estalle por los aires.

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