OPINIÓN
Y por eso los políticos no creen en Dios
Los conflictos de las distintas formaciones nos hacen sospechar de las intenciones que nos reservan los partidos
Tiene Jaén un paisano que es de los pocos sabios que en el mundo han sido. Y siguen siendo. Me refiero al escritor Juan Eslava Galán, cuya edad y acomodada posición intelectual le permiten decir lo que se le viene en gana de la manera ... que más le plazca. Una de sus frases más celebradas es la que reza que «de obispo para arriba, nadie cree en Dios».
Reconozco que es un poco atrevido usar la frasecita de marras precisamente en esta época de Cuaresma, pero supongo que a quien esté tocado por el don de la fe no podrán ofender mis torpes palabras y a quien no, les importarán un pimiento. No se preocupen que a partir de ahora, ya no hablo más de lo devoto, no digo ni pío. Lo cierto es que la misma norma antes descrita se puede aplicar a casi cualquier colectivo humano. Es difícil mantener el convencimiento cuando se ha perdido la inocencia y ésta es un mirlo blanco conforme se sube en la pirámide social, sea cual sea el grupo. Las ovejas suelen tener una imagen más épica del rebaño que el pastor que las esquila.
Esta semana hemos visto que a los concejales gaditanos Juan Manuel Pérez Dorao y María Fernández-Trujillo les han dicho que se bajaran de los coches de choque municipales, que habían encontrado mejores pilotos. No ha importado la labor realizado en estos años. Es el mercado, amigo. Los andalucistas se quejan de que en la misma feria, Podemos e Izquierda Unida les han apeado de la noria para no compartir cabina. Y qué más da, si son cosas de la edad. En el PSOE no andan mucho mejor, con un quítame allá esas Susanas en las listas y quítate tú para ponerme Pérez-Castejón. En todas partes cuecen habas. Y en el PP, que si en el partido de solteros contra Casado siempre ganan los mismos. Sólo que aquí les gusta callar para no ser futuros ausentes.
En todos los casos se puede parafrasear a Eslava Galán y decir que, de concejal para arriba, nadie cree en la política (menos en la de los puños y las pistolas, que es la nueva moda entre la antiintelectualidad que se nos viene encima). Mal destino tenemos las ovejas cuando, rumiando en un aprisco nuestro día a día, vemos cómo los pastores van cambiando sin criterio los perros mientras tratan de convencernos de que los lobos son otros.