Antonio Papell
¿Y ahora qué?
Tras la investidura de Rajoy, el jueves habrá nuevo Gobierno, y este viernes se celebrara el primer consejo de ministros, que representará la puesta en marcha de la nueva legislatura
Tras la investidura de Rajoy, el jueves habrá nuevo Gobierno, y este viernes se celebrara el primer consejo de ministros, que representará la puesta en marcha de la nueva legislatura. Podría pensarse que está encarrilado el cuatrienio, que hemos dejado atrás la inestabilidad y los sobresaltos, que hay mucho tiempo por delante para que los viejos y los nuevos partidos se repongan de esta etapa de interinidad que a todos nos ha puesto en el disparadero. Y quizá esta visión simplista y un tanto idílica tenga poco que ver con la realidad que nos aguarda.
La principal urgencia del gobierno es la aprobación de los presupuestos generales del Estado para el año que viene, que van con retraso y que hay que enviar a Bruselas, con un recorte de 5,500 millones de euros que -se calcula- nos permitirán cumplir el objetivo de déficit del 3,1%. Pero la ley presupuestaria es orgánica, y requiere por tanto el apoyo de una mayoría absoluta de diputados.
El apoyo del PNV le daría al bloque gobernante 175 escaños, insuficientes, pero además es poco probable que el PNV, que gobernará seguramente con el PSE en el País Vasco, acepte un trueque tan prematuro que le desacreditaría. Y en cuanto al PSOE, parece claro que el Gobierno no podrá contar con él. Javier Fernández, presidente de la gestora, de talante triste pero aún más entristecido por el poco airoso papel que le ha tocado desempeñar, ya avisó a Rajoy y a quien quisiera escucharle que no estaba dispuesto en absoluto a extender la abstención de la investidura a otros asuntos. La actitud es absurda porque carece de sentido apoyar a alguien para que llegue a un cargo que después no podrá desempeñar, pero esa es la que exhibió con entonación patriótica la gestora, conducida al parecer por hábiles estrategas.
La actitud beligerante de Pedro Sánchez, bien previsible por cierto, tampoco ayuda porque, como es sabido, el ex secretario general piensa realizar una campaña entre las bases para recuperar el caro en primarias, explotando el filón anti PP. Si la gestora condescendiese con el Gobierno de Rajoy estaría entregándole a su gran enemigo la mayoría de las bazas. O sea que, de momento, el Ejecutivo no encontrará apoyo socialista alguno.
Esos estrategas que idearon la implosión del PSOE -una formación que puede tardar generaciones en recuperarse- anuncian ahora -lo ha filtrado Susana Díaz- que la gestora puede durar bastante tiempo porque no hay prisa para celebrar al congreso. La decisión es peligrosa porque, de un lado y con los estatutos en la mano, hay dudas jurídicas sobre la legitimidad de esa gestora, y, de otro lado, la parálisis de Ferraz puede terminar de irritar a las bases, que claman por un congreso cuant antes como puede atestiguar el alcalde de Jun, que ha recogido muchas decenas de miles de firmas en tal sentido.
Así la cosas, quienes han urdido el maravilloso plan de gobernabilidad en la cúpula socialista deberán explicar cómo se sale de este embrollo. Y habrán de cargar, lógicamente, con la responsabilidad del resultado desastroso que cosechará el PSOE descabezado y fragmentado si, como bien pudiera suceder, Rajoy disuelve otras vez las cámaras el 3 de mayo, cuando se cumplirá iun año de la anterior disolución. Si tal sucede, el PP podrá seguramente gobernar con más facilidad -varias veces lo ha recordado Rajoy durante su investidura- y el PSOE, sobrepasado con creces por Podemos, ocupará posición marginal que hasta ahora se había conseguido evitar.