OPINIÓN
A vueltas con el cole
Septiembre es menos septiembre desde que la vuelta al cole se ha convertido en una larga lista de propósitos, de despropósitos, de reproches y de cifras endemoniadas
Algún día alguien tendrá que estudiarlo y cuantificarlo en una de esas estadísticas absurdas, avaladas, por supuesto, por alguna universidad Grijandemor , o similar. Algún día alguien tendrá que explicarnos por qué nuestro Diógenes particular ha pasado de atesorar y reunir los mejores dedales ... del mundo o las auténticas sillas de época en miniatura, a coleccionar maquetas de furgonetas –‘La célebre Citroën Type H’, a escala 1/8 con 9 kilos de peso y 110 fascículos, por el módico precio de 1.193, 41 euros–, o de barcos –el Galeón San Martín, otro trasto de dimensiones y precio similares a los de la furgoneta–. Hemos pasado del curso completo de punto de cruz o la fantástica colección de minerales de los cinco continentes, al aparatoso montaje de tiestos inservibles; mucho bulto, muchas piezas pequeñas y poca claridad. Septiembre es menos septiembre desde que cambiamos nuestros hábitos coleccionables, es cierto; pero también es cierto que septiembre es menos septiembre desde que la vuelta al cole se ha convertido en una lista interminable de propósitos, de despropósitos, de reproches y de cifras endemoniadas que funcionan con el mismo criterio editorial y comercial de los coleccionables de temporada. La primera entrega envuelta en cartones de colorines actúa de gancho y, al final, se encuentra una con la maqueta del barco a medio montar y sin saber qué hacer con ella.
La OCU alerta de que la vuelta al cole tiene un precio, casi dos mil euros por niño. La Junta de Andalucía mejora la apuesta por aquello de los libros gratis –y viejos, nunca me cansaré de decirlo– y los comedores y aulas matinales subvencionados. Las asociaciones de consumidores aconsejan reutilizar los materiales de otros años –ya ni volver al colegio huele a nuevo– y hacer uso de las plataformas de trueque e intercambio de ropa. En fin, que de aquellos anuncios que anunciaban en technicolor la vuelta al cole financiada cómodamente , hemos pasado a una ceremonia mediocre y gris que se oficiará el próximo martes cuando el Consejero de Educación y sus Delegados Provinciales salgan a decir que el curso escolar se ha iniciado sin incidentes y con todas las garantías de éxito para los profesores, los alumnos y sus padres y madres. Más fascículos de esta colección interminable que este año tiene como grandísima novedad el color político de la administración autonómica.
Y es que después de casi cuatro décadas, la escuela andaluza ya no es socialista. Y aunque prácticamente ninguna de las promesas electorales del partido popular se van a materializar en este curso, el cierre de líneas y de aulas en la escuela pública es ya una realidad en esta Andalucía casi imparable. Y no hay que hablar de ‘recortes y las tan cacareadas líneas públicas’, porque Javier Imbroda lo decía la semana pasada, « hay 13.000 niños menos en Infantil y Primaria », ¿dónde están los niños?, son las cosas de la natalidad, claro está. Así que el consejero plantea una ecuación muy sencilla «si se hace una cuenta entre esta cifra y la ratio de 25 alumnos, que es la legalmente permitida, saldrá una supresión de 520 unidades públicas, y se van a reducir muchas menos». Hombre, muchas gracias. Después de todo, tendremos que alegrarnos de que en nuestra provincia solo se van a cerrar 53 líneas educativas –cinco en nuestra ciudad–. Pero no hay nada de qué preocuparse, es tan fácil como hacer de la necesidad, virtud. Dice Imbroda que «la caída de alumnos en Infantil y Primaria y el incremento de profesores va a motivar una de las mejores ratios en las aulas». ¿Ve como no hay de qué alarmarse? Alégrese, y piense que el curso que viene, cuando se implante la libre elección de centro, va a ser mucho más fácil justificar el cierre de líneas públicas en los colegios andaluces.
La otra gran novedad que nos trae el curso escolar es el aumento de la carga lectiva de Lengua y de Matemáticas , así como de las horas de lengua extranjera y de Educación Física. Algo que sobre el papel no solo es justo, sino necesario, aunque sobre el horario sea más bien un disparate, si tenemos en cuenta que los módulos horarios vuelven a ser de una hora –frente a los cuarenta y cinco minutos actuales–. Dos horas y media más de Lengua a la semana, dos más de Matemáticas, una más de Inglés, añadiéndole el debate, el aumento de la Educación Física, la oratoria, el cálculo y todo lo demás, hacen del nuevo horario escolar algo más parecido a la maqueta de la furgoneta Citröen que a la escuela que todos deseamos.
Se llama marear la perdiz y no es otra cosa que dar vueltas y vueltas sobre un tema sabiendo que lo único que hacemos es parchearlo. Darle una manita de pintura a los desconchones y poner la primera entrega del coleccionable a un precio tan atractivo que resulte imposible rechazarlo.
Luego, lo de siempre. Seguiremos ocupando los últimos puestos de la clase o abandonando la colección al primer contratiempo. Y ya me dirá usted qué hago con el Galeón San Martín , la nave capitana de la Armada Invencible, en madera de sapelly, a la mitad.
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