La vuelta a la tortilla
La llegada al poder de Pablo e Irene pasará factura a todos aquellos que durante este tiempo se han señalado como voces contrarias a sus gestiones
El Kichi se despertó después de toda una noche de pesadillas. Su frente perlada de sudor ponía de manifiesto que aquella noche no había sido de las más plácidas. Teresa a su lado le preguntó asustada «¿Qué te pasa, «arcarde» mío?». Él, balbuceando, ... solo acertó a decir «Qué noche más mala, hija mía». «Si es que ya te lo he dicho muchas ‘veses’, estás cenando demasiado», le dijo la parlamentaria. «¿Tú también vas a empezar con eso –le dijo el alcalde incorporándose en la cama–. Que no estoy gordo, sino hinchado, seguro que estoy reteniendo líquidos», «Ji –dijo ella entre dientes–, reteniendo cervecitas y jamoncito». «No te lo vas a creer ,pero he soñado que los marqueses de Galapagar conseguían un sillón en el Consejo de Ministros. ¿Tú sabes lo que eso significaría para nosotros? –dijo el Kichi entre angustiado y lloroso–. Eso sería la ruina para nuestro proyecto de una Andalucía libre…»
Lo cierto es que conociendo como se las gastan estos comunistas, la llegada al poder de Pablo e Irene pasará factura a todos aquellos que durante este tiempo se han señalado como voces contrarias a sus gestiones, que tendrán la espada de Damocles sobre su cabeza. Y no es menos cierto que tanto José María como Teresa se han marcado en varias ocasiones como voces díscolas a las acciones de la pareja madrileña. Enfrentamientos por cómo se ha gestionado el partido desde dentro, por la compra del casoplón de Galapagar, por las líneas políticas a seguir, etc… han llevado a un distanciamiento entre ambas parejas que, por ejemplo, se hizo patente en las últimas elecciones cuando se le dejó entrever a Pablo Iglesias que no era bien recibido en esta tierra. Si a todo esto le sumamos que desde hace tiempo Teresa Rodríguez ha roto todo tipo de relaciones con el aparato de Podemos a nivel nacional, pretendiendo en más de una ocasión un partido andaluz independiente al que dirige Pablo Iglesias, no va a traer consecuencias demasiado buenas para los dos andaluces. Es más, no son pocas las voces críticas con Teresa Rodríguez que pretenden presentar una candidatura opositora a la de la de Rota para liderar la facción andaluza de Podemos. Lo que condenaría a Teresa al más duro de los ostracismo o, quien sabe, a ser la sustituta del Kichi en la candidatura a la Alcaldía de Cádiz después de que este cumpla sus ochos años y, que tal como él mismo dijo, no opte más a ese cargo.
La entrada en el Gobierno de los dos máximos dirigentes de Podemos le ha dado la vuelta a la tortilla. Lo que hace unos meses, tras las pasadas elecciones generales, parecía un descalabro de difícil justificación por parte de aquellos, hoy les ha concedido un poder impensable con el que, seguro, se tomarán la revancha de todos aquellos que en su día pretendieron hacerle sombra, como hicieran los representantes anticapitalistas de Andalucía.
La verdad es que no sé que me da más miedo, si que se mantenga el Kichi al frente del Ayuntamiento o que Pablo e Irene, Irene y Pablo –tanto monta, monta tanto– estén sentados a la mesa del Consejo de Ministro decidiendo por y para todos los españoles. Lo que está claro es que como en la película de ‘Los Inmortales’ solo puede quedar uno, en este caso, dos, la pareja ganadora de la contienda política. Aunque me da que en esta película el final no está aún escrito.
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