La vuelta a la tortilla

La llegada al poder de Pablo e Irene pasará factura a todos aquellos que durante este tiempo se han señalado como voces contrarias a sus gestiones

Adolfo Vigo

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El Kichi se despertó después de toda una noche de pesadillas. Su frente perlada de sudor ponía de manifiesto que aquella noche no había sido de las más plácidas. Teresa a su lado le preguntó asustada «¿Qué te pasa, «arcarde» mío?». Él, balbuceando, ... solo acertó a decir «Qué noche más mala, hija mía». «Si es que ya te lo he dicho muchas ‘veses’, estás cenando demasiado», le dijo la parlamentaria. «¿Tú también vas a empezar con eso –le dijo el alcalde incorporándose en la cama–. Que no estoy gordo, sino hinchado, seguro que estoy reteniendo líquidos», «Ji –dijo ella entre dientes–, reteniendo cervecitas y jamoncito». «No te lo vas a creer ,pero he soñado que los marqueses de Galapagar conseguían un sillón en el Consejo de Ministros. ¿Tú sabes lo que eso significaría para nosotros? –dijo el Kichi entre angustiado y lloroso–. Eso sería la ruina para nuestro proyecto de una Andalucía libre…»

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