OPINIÓN
Una vuelta al carnaval
Ahora es tiempo, con margen por delante, de revisar un Concurso extenso en exceso
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Cambiarlo todo para que nadie cambie. Esa máxima, mutatis mutandis, es la que se aplica desde hace años al Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC). Para volver a tener un Concurso fresco, ilusionante y que, en definitiva, mantenga la esencia de lo que debe ser: ... un encuentro donde agrupaciones y público lo pasen bien, donde haya lugar para las sorpresas y que, más o menos, todos acaben relativamente contentos tras el fallo del jurado del último día. Y este año, el cambiado gobierno del cambio, en su segunda etapa, en su segundo mandato, anuncia su intención de volver a cambiar las cosas en lo que al Falla, el primer lugar donde se dio a conocer públicamente el señor alcalde, se refiere. Es una de sus fijaciones y, a la vista de los resultados de la última convocatoria electoral, le ha resultado rentable la asociación de fiesta y gobierno local.
Los cambios aún están en fase de estudio. Han sido muchos en los últimos años y no han surtido el efecto deseado de dinamizar el certamen, de darle agilidad sin perder esencia tradicional. «O se ha olvidado o se ha perdido», cantaba el primer premio de chirigotas del pasado año. En el afán de volver a recuperar sabor se intentaron todo tipo de ajustes. Uno de los que más llamó la atención es el hecho de que, como si de sacarse el carné de conducir se tratara, las agrupaciones en la fase de preliminares fueran, simplemente, ‘aptas’ o ‘no aptas’. Esto acabó con el morbo de saber quién adelantó a quién y derivó casi en un insulto para muchos grupos, se generalizaba demasiado. Duró un año. Ahora, se habla de acortar sesiones como sea para evitar un maratón que cada vez resulta más difícil de digerir.
El tiempo será, como siempre, el jurado definitivo que determine si los nuevos cambios que ahora se estudian son acertados o no. En lo que sí coinciden muchos aficionados es en los problemas que genera una fase tan sumamente larga que, al menos este año, se pretende corregir en parte. Ya es un buen principio esa intención. No es de recibo que el Carnaval invada la Navidad en un solapamiento de eventos que se ha vuelto ya habitual, que movió a la sorpresa primero, a la chanza después y a la resignación ahora. Si el Carnaval es inventar habrá que crear fórmulas para que la fiesta nos siga haciendo disfrutar, para que no sea una carga más.