Yolanda vallejo - Hoja Roja
Vodevil municipal
Es el vodevil un género teatral, de los llamados ínfimos por la crítica sabihonda, no tanto por su brevedad como por su carácter ligero –frívolo, intrascendente, si lo prefiere–
Es el vodevil un género teatral, de los llamados ínfimos por la crítica sabihonda, no tanto por su brevedad como por su carácter ligero –frívolo, intrascendente, si lo prefiere–, que nació en Francia en medio de todo el follón de la Ilustración durante el siglo XVIII, y que pretendía fundamentalmente, entretener y provocar la carcajada o el asombro en el espectador. Canciones, bailes, espectáculos con animales amaestrados, magia, acrobacia, malabarismos, pantomimas y hasta demostraciones atléticas, hacían las delicias de un entregado público que pagaba gustosamente la entrada a cambio de unas horas de distracción que lo apartara de la sombra de sus preocupaciones. De aquel vodevil francés vinieron las comedias musicales, las revistas –cómo se ha perdido la revista en España, con lo que era– y los plenos municipales, como ya usted sabe.
El pleno municipal, sea de la ciudad que sea. Sin distinción. Está el pleno municipal de Madrid con pantallas y sillones supercómodos, donde se dicen cosas como lo de la semana de las festividades y se defiende que la figura del asesor «es útil en algunas ocasiones» –¿y en el resto de las ocasiones?–; está el pleno municipal de La Algaba, ese pueblo donde se hacían las cosas según le saliera a su alcalde de determinada parte; está el pleno municipal de Valencia –poniendo en escena su gran éxito Escuela de Corrupción–y está el pleno municipal de Cádiz, uno de los más distraídos de España, sin duda alguna. De siempre. Porque si en veinte años el predominio del monólogo trágico y la alta comedia ha sido absoluto, el giro de los últimos tiempos hacia la comedia y, sobre todo, hacia la parodia es bastante significativo.
Qué le voy a contar que usted no sepa, si hasta su audiencia tiene la retransmisión televisiva de los plenos. Tanto gustan que el alcalde y sus concejales no tienen más remedio que deleitarnos, de cuando en cuando, con algún tráiler de lo que a final de mes llevarán a escena, algo así como un aperitivo que siempre te deje con las ganas de más. Llevan haciéndolo desde que llegaron, con mayor o menor fortuna, la verdad. La bandera, las barbacoas, las ninfas, los ninfos, las cofradías, la limpieza de las calles, el Nazareno, las visitas a la ciudad, Peppa Pig –fundamental para entender algunas cosas–, el albergue municipal, el logo, los palcos, yo soy Cádiz, las mantas, la corrala -¡Ay, la corrala!–… todo sirve para el vodevil. Cada gesto, una rueda de prensa; cada rueda de prensa, un desdecirse de lo antes dicho; cada des-dicho, una desdicha. Lo que le digo, de lo más entretenido. Sin necesidad de pagar publicidad porque la publicidad ya se hace sola.
El pleno del pasado viernes superó todas las expectativas de lo visto hasta ahora. Incluso un desalojo por falsa amenaza, que es algo que no se había llevado a escena todavía. Con la sombra del «regalo envenenado» planeando sobre el salón de plenos municipales, los concejales estuvieron haciendo ‘spin off’ mediante ruedas de prensa más o menos improvisadas en las que iban comentando –o avanzando próximos capítulos–lo que sucedía dentro. De esta manera se levantaron dos concejales avisando de que iban a Madrid a entregar el premio de la discordia. Ya sabe, eso que nuestro alcalde llama regalo envenenado –atribuyendo un marcado carácter cisneriano a la anterior corporación– y que no es más que un galardón que se había decidido otorgar antes de que llegara el nuevo equipo de gobierno. Posiblemente, ninguno de los asesores del alcalde le ha dicho que los compromisos adquiridos por la ciudad hay que cumplirlos, le guste o no le guste, y que montar el número que han montado unos y otros nada más que nos lleva –otra vez– a las portadas de los periódicos nacionales. Pero eso forma parte de otro capítulo del vodevil municipal.
Lo bueno estaba el viernes en San Juan de Dios. Sobre todo porque los ojeadores nacionales están al acecho y por tanto, todos los actores se esforzaron muchísimo en sus respectivos papeles. El portavoz socialista ¡hasta gritó! en uno de los momentos de más tensión del pleno; el de Ciudadanos se vino arriba y con el subidón recitó prácticamente la lista de pueblos de la provincia demostrando que, por lo menos, tiene memoria. Los del partido popular protagonizaron el mutis de la jornada y algunos de los concejales de Por Cádiz Sí Se Puede pusieron el drama sobre la escena con frases como «Se acabó ya, ¿te estás enterando?» demostrando que dominan tanto el registro de la comedia de salón como el de los sainetes del hampa más chulesco.
Más tarde –como sabe, en los plenos municipales siempre hay algo que sucede «más tarde»– empezaron las alusiones personales, y con ellas el momento «comedia de enredo»; enchufismo, falta de ética y lo de las puertas giratorias, que es un recurso utilizado en la escena española desde los siglos de Oro, –ya lo dijo Calderón de la Barca, «Casa con dos puertas mala es de guardar»– y que dio para tirarse en cara unos a otros a las parejas, a los asesores… un momentazo, sí señor.
Y menos mal que nuestro alcalde ya había avisado de que hoy tendrá lugar el ‘Carnaval requetichiquito’, si no, habría pensado que el número final del vodevil municipal se representa en la calle. Cualquier día de estos lo vemos.
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