Vivir de las expectativas
Cuando no hay proyectos de futuro, la vida parece perder parte de su sentido y se limita a arrancar hojas en el calendario entrando en un bucle infinito
Dicen que en la vida para tener ilusión hay que marcarse planes que ayuden a seguir viviendo con esperanza.
La fecha en la que los exámenes acaban, las vacaciones, una boda, un viaje familiar, una comida con amigos, las fiestas como el Carnaval, la Semana ... Santa y la Feria; o algo simple como un partido de fútbol estimulan nuestras ganas de vivir.
Sin embargo, cuando no hay proyectos de futuro, la vida parece perder parte de su sentido y se limita a arrancar hojas en el calendario entrando en un bucle infinito. Una salida puntual puede alegrarnos, pero al volver a casa todos nuestros fantasmas recobran vida. Cuando no existe un proyecto vital bien asentado, caer en la desgana y en la apatía es algo muy tentador.
Algo similar le está ocurriendo a nuestra ciudad: a Cádiz. Y, en parte, también, a la provincia en su conjunto. En el caso de la provincia, aunque existen proyectos e ilusiones puntuales no hay un plan que la revitalice. Nos nutrimos de acciones aisladas que no nos hacen funcionar como un engranaje completo.
Es curioso como en una provincia tan variopinta y singular, las diferencias y peculiaridades de sus distintas zonas se enfoquen, a menudo, como desequilibrios territoriales y no como fortalezas que sumen en su conjunto.
Cuando se invierte en Cádiz capital habría que buscar formulas para que también ciudades como Algeciras y Jerez salgan beneficiadas de manera directa de esa inversión. Si El Puerto funciona como destino turístico, ese hecho debería repercutir de manera positiva en otros municipios de la sierra.
Tenemos una provincia, con industria puntera en sectores muy diversos: desde el aeronáutico al naval, pasando por el off-shore o por la industria del acero. También contamos con potencial agroalimentario, ganado de primer nivel, playas maravillosas y cientos de hectáreas de parques naturales. Somos una de las cunas del flamenco, del arte ecuestre y una de las provincias con el pasado e historia más vibrantes de España.
Estamos situados en un enclave espectacular, siendo, sin ir más lejos, la puerta de entrada de África a Europa. El baluarte que controla el paso del Océano Atlántico al Mar Mediterráneo. Pocas provincias tienen una posición más destacada.
Nuestras puestas de sol son valoradas y deseadas en muchísimas partes, nuestra gastronomía cada vez es más preciada, nuestros vinos, señeros y con historia, han llegado a los lugares más recónditos de este mundo. Nuestros pueblos y patrimonio, valorados por todos los expertos en la materia. Nuestro marcado pasado romano, un legado que explica lo que hoy somos.
Deberíamos ser la vanguardia de nuestro país, pero a veces parecemos el furgón de cola. Con tasas de desempleo disparadas, nuestra provincia parece estar en proceso de desconexión hasta caer en la irrelevancia y en el olvido. Vivimos del turismo, pero eso no nos vale para seguir adelante.
Nos hace falta que todas las administraciones se coordinen y remen en la misma dirección. No hay que inventar nada nuevo, sino escuchar la voz de personas experimentadas como Teofila Martínez, que llevan años reclamando que se fijen objetivos comunes y se dejen a un lado ciertos intereses para poder desarrollar planes integrales que reactiven la provincia en su conjunto. Con inversiones bien pensadas, coordinadas y ajustadas en plazos creíbles que creen infraestructuras que cohesionen la provincia o que faciliten la creación de empleo habrá esperanza.