Adolfo de Vigo
Vergüenza
Es lo que siento tras el teatrillo independentista celebrado por aquellos catalanes pretenden desmarcarse de Españ
Vergüenza, eso es lo que siento tras el teatrillo independentista celebrado el 1 de octubre por aquellos catalanes, que llenos de odio, pretenden desmarcarse de España. Vergüenza pero no por esos independentistas que pretenden segregar una parte del territorio nacional español para convertirlo, tras lo visto en la votación, en una república bananera, en la que las normas se escriben al gusto de cuatro exaltados. No es por ellos, ya que la sensación que este tipo de personajes me produce tiene más que ver con la emesis.
La vergüenza que siento es ajena. Es por esas personas, que aprovechando estos movimientos separatistas, utilizan sus medios para atizar al Gobierno únicamente por el hecho de quien está ocupando ahora mismo la Moncloa. Ese tipo de personas que, lejos de apoyar al Estado frente a quienes quieren romper la unidad de España, se manifiestan a favor de la escisión de Cataluña por llevarle la contrario a quien gobierna.
Deslealtad política de quienes pretenden gobernar algún día el país, una comunidad, o, simplemente un ayuntamiento. Y no me refiero a los de Podemos, que se puede esperar de ese partido que manifiestamente se ha posicionado del lado de Esquerra Republicana o de la CUP. Me refiero al partido socialista, porque lo de español le está quedando muy grande tras el bochornoso espectáculo que está ofreciendo Pedro Sánchez, Iceta y demás. Es paradójico que aquel mismo que no le supo contestar a su oponente en unas primarias que era una «nación» pretenda dar lecciones, irrisorias por otro lado, de qué es una nación de naciones pero sin una nación… Cosas de no tener ni idea de lo que se está hablando.
Me parece desafortunado y desacertado que por parte de algunos socialistas, no se me vaya a enfadar los que no piensan como ellos, se vea con buenos ojos la pantomima realizada por estos radicales catalanes simplemente porque con ello pueden vapulear el trabajo del Gobierno. Cuanto tienen que aprender algunos de los políticos de antaño, de aquellos que en la transición antepusieron el bien común de España a sus ideales políticos para conseguir la estabilidad de España. Cuanto les debemos los españoles a esos políticos de distintos signos que supieron ver que la unidad de España estaba por encima de izquierdas, de derechas o de centros. Me da vergüenza estos de hoy en día que se les llena la boca de citas de filósofos, políticos, de teorías políticas o de comunismo trasnochado pero que son incapaces de arrimar el hombro para trabajar por un país que les da cobijo. Y, sin embargo, utilizan cualquier excusa para atacar a la nación a la que pertenecen.
Qué se puede esperar de un partido que ni siquiera entre ellos se ponen de acuerdo. Cuando unos piden la aplicación del artículo 155 de la Constitución y otros dicen que hay que aplicar otros mecanismos, pero sin decir cuáles. Qué se puede esperar cuando el representante del partido socialista catalán se queja de la actuación de la policía, cuando se pide la reprobación de la vicepresidenta por la actuación de la policía que no hizo más que aplicar lo que un juez dictó. Cuando un alcalde de un partido nacional amenaza para la expulsión de la policía alojada en un hotel.
Y es que tener unos ideales es muy fácil, lo difícil es ponerlo al servicio del bien común, de todos los españoles, y no utilizarlos para el beneficio propio.
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