El Apunte
Un verano memorable para la provincia
Los datos de ocupación de julio confirman la robustez del sector industrial más fiable
Conviene que nos lo tomemos en serio. Algunos dicen que ya lo hacemos pero quedan evidencias de que falta cierto rigor, de que los ciudadanos aún permanecen algo aislados de su propia realidad. El turismo es la primera industria de esta provincia. No la única, puede que no sea la mejor ni la más esperanzadora pero sí la primera por trabajadores, por ingresos, por números. Es una realidad incuestionable. Es la más estable, la más fiable. Los números de este mes de julio vuelven a ser de una contundencia escandalosa.Una ocupación del 90% de media, con ascensos en todos los municipios, es una noticia mucho más que buena. Por más que se hubiera anunciado, conviene valorar la importancia de que se haya confirmado.
Es una evidencia que el turismo y sus empresas auxiliares forman el sector económico más robusto de la dañada economía provincial. Hoy salen los datos del paro registrado en las oficinas y volverá a ser positivo gracias a este impulso que ninguna otra industria proporciona en esta parte del mundo. Ningún otro sector (si se suman hoteles, hostelería, transporte asociado y suministros directos) mueve más dinero, más productos y más empleo en una zona con graves problemas de paro estructural. Los ciudadanos hace tiempo que lo saben. Nadie va a sorprenderse de esa situación. Tiene ya tiempo y trayectoria. Tanta, que los gaditanos conocemos los beneficios y los inconvenientes de vivir pendientes del turismo.
El mayor de sus defectos es la estacionalidad, la temporalidad. Esa característica ha marcado hace años las estadísticas de empleo y, por extensión, los ingresos en miles de familias. Las instituciones y las empresas, los expertos y los profesionales, llevan años hablando de la necesidad de «romper la estacionalidad». Esa expresión, traducida, significa que la provincia y su sector turístico necesitan que vengan todo el año, que no se concentren sólo en los dos meses principales del verano, quizás en alguna semana festiva de primavera.
Para que los contratos sean más, para que la riqueza a repartir sea estable, es preciso que los niveles de estancias y visitas mantengan cierta regularidad, al menos durante ocho de los doce meses. Pero ese reto nunca debe empañar el logro de haber propiciado otro verano memorable. Y van.
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