OPINIÓN
Verano gaditano
El solsticio del verano boreal tuvo lugar a las 17.54 horas del pasado día 21

El solsticio del verano boreal tuvo lugar a las 17.54 horas del pasado día 21, así que, desde las 6 de la tarde del viernes, estamos en verano, sinónimo, en el imaginario general, de sol, calor, vacaciones, playa, descanso…. Sin embargo, por ... mucho que el rigor científico se empeñe en marcarnos el cambio de estación, el verano le llega a cada uno según sus circunstancias. Para muchos, el estío viene junto a la entrega de las notas y el cierre de las aulas, momento bienvenido por niños y jóvenes, aunque no tanto por el resto que ven como las vacaciones escolares trastocan todo lo susceptible de ser trastocado; para otros, con el merecido permiso y la despedida de los compañeros hasta la vuelta, deseado momento para el que aún queda una larguísima semana y hasta un larguísimo mes.
Para un número no despreciable de mortales, el descanso, lo que se dice descanso, no se producirá hasta que todo vuelva a su sitio cuando se acabe el ajetreo vacacional. Y, en Cádiz, Cádiz, el verano llega, llegó ya el domingo por la noche, con la quema de los juanillos , una tradición muy gaditana y muy a nuestro estilo. Nada que ver con manifestaciones estrafalarias, como rodear menhires megalíticos disfrazados con coronas de flores, cual modernos druidas, para cumplimentar al sol, o hacer alarde de poderío y derroche con hogueras monumentales. Nuestros juanillos son simples, populares y con ese punto carnavalesco que no nos podía faltar. Dicen los entendidos que las quemas de la noche de San Juan tienen su origen en las festividades paganas en las que el fuego debía eliminar todo lo malo del año transcurrido. Nada que ver con lo de aquí porque nuestros especiales ‘ninots’ son entrañables y, aunque se quemen, ningún gaditano, en su sano juicio, tiraría a nuestros juanillos por el patinillo.
Y es que en Cádiz nos gusta llevar la contraria. Dicen los partes meteorológicos que en Europa, y en el resto de España, el personal debe prepararse para recibir una peligrosa ola de calor que llega con la primera semana del verano; nosotros, si no cambia la cosa, lo haremos con una rebequita para el fresquito de la noche. Y es que el verano en Cádiz es diferente y eso no va a cambiar por muchos guiris que lleguen en los cruceros; de ello se encargarán nuestros Don Romualdo y sus ‘ivanes’ que con la sombrilla, la mesa, el flotador, la nevera, las doce sillas, la tortilla y, exceptuando el transistor, cogerán el 1 ó el 7, porque a ver quien aparca cerca de la playa este año.
La cosa si que podría alterarse con lo del cambio climático y sus efectos sobre el litoral gaditano y es que el informe de la Diputación nos ha metido un poquito de miedo en el cuerpo. Dicen los expertos que habrá que ir pensando en medidas preventivas: muros de retención; alimentación de playas o drenajes; retranqueos de líneas de costa lo que, en Cádiz, Cádiz, va a ser que no; ponerle palafitos a los chiringuitos, ahora que perecía que el lío por fin se había arreglado. El único previsor, el alcalde, que con buen criterio decidió que el Museo del Carnaval iba para la Torre Tavira, el sitio más alto y el único seguro ante el avance del mar. Así que nos podemos quedar tranquilos porque la esencia de Cádiz tiene por delante asegurados otros 3.000 años más.