Adolfo Vigo del pino
La varicela del Jueves Santo
Como si una de las plagas con las que Dios asoló Egipto se tratara, nuestro alcalde ha sufrido un brote de varicela
Aaaay!! Que malito estoy», resonaba desde la alcoba de la casa de los Kichi. «Normal, ya te avisé de que no te juntaras con esos cofrades. Te has llevado toda la semana yendo a iglesias y para colmo saliste en una de penitencia. Si es que eso no trae nada bueno», le respondía una risueña Teresa. «Y cómo pican las malditas ronchas, con la ilusión que me hacia el acompañaros a Palestina, Tere». «Pues ahora te aguantas, por no hacerme caso y no irnos de cámping como hacíamos todos los años», le contestó Teresa cada vez más malhumorada. «Llevas razón, pero ponme polvitos de talco que estoy muy malito…», solicitó el Kichi. «Sí, polvos de talco. Ahora te aguantas y sufres la penitencia», masculló entre dientes la roteña.
Y es que como si una de las plagas con las que Dios asoló Egipto se tratara, nuestro alcalde ha sufrido un brote de varicela justo en estos días en los que coqueteaba de forma banal con las hermandades de nuestra ciudad, acudiendo a las iglesias por las mañanas a visitar a las cofradías que salían ese día, pero no sentándose ni él ni los suyos en el palco municipal de la carrera oficial. En esos días en los que se negó a imponerle el bastón de alcalde al regidor perpetuo de la ciudad, pero lo visitaba el Jueves Santo por la mañana. En esos días en los que declinaba participar en un cortejo ocupando el lugar que le correspondía en la presidencia como alcalde que es, pero sacaba su papeleta de sitio en la penitencia para acompañar a su madre llevando la medalla de la Hermandad del Nazareno al cuello y una vela en la mano. Y todo ello porque el señor alcalde no quería mezclar política con religión, y, en verdad, lo que ha dejado claro es que la política de imagen que ha llevado a cabo en Semana Santa no es más que una expresión de un populismo barato y trasnochado que ha pretendido utilizar a las hermandades como mecanismo de autobombo con el fin de sacar algún rédito populista.
Al final, como ya predije al hilo del anterior artículo, esa actitud populista se le volvió en contra y, según cuentan los que allí estuvieron, a ciertos sectores del publico así como de la penitencia no les hizo la menor gracia que el alcalde utilizara la figura del Nazareno de Santa María para beneficio propio, que no es para otra cosa para la que salía en la penitencia, y en la calle San Francisco tuvo que salirse de las filas ante una situación insostenible, aunque la versión oficial sea que ya por aquel entonces se encontraba aquejado por la varicela.
Asimismo, debo de censurar esa actitud. Ni aún cuando sea evidente la utilización populista de los elementos religiosos tiene justificación esos comportamientos dentro de un cortejo de Semana Santa. Como dice el refrán «no hay mayor desprecio que la falta de aprecio». Entiendo que la respuesta correcta a dicha provocación debería de haber sido la indiferencia total. El haberlo tratado como él pretendía, como un ciudadano más que sale detrás de una Imagen religiosa entre las filas del anonimato de la penitencia purgando por los pecados cometidos o pidiendo la intercesión de Dios para que se produzca algún hecho que se solicita.
El resultado es que, como dice otro refrán español, ‘quien siembra vientos, recoge tempestades’, y el alcalde-ciudadano el Jueves Santo recogió varios huracanes.