HOJA ROJA

Vamos al Museo

Es importantísimo entrar en un museo con ojos de niño

Museo del Prado
Yolanda Vallejo

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“Es importantísimo entrar en un museo con ojos de niño. Muchas veces entramos abrumados por el peso de la cultura, quizá pensando que no tenemos suficiente preparación y esa circunstancia cultural termina haciendo que no disfrutemos de la obra”, Javier Sierra, el autor de “ ... El maestro del Prado” resumía así el miedo, la parálisis, la falsa reverencia que nos produce –que nos sigue produciendo- un museo. Venimos aun administrando la herencia decimonónica del horror vacui y del gabinete de pintura, de lectura, de escultura… solo reservado a unas élites supuestamente entrenadas para ver la luz en la más absoluta oscuridad. De pequeños nos enseñaron que los museos –y las bibliotecas- eran sitios de silencio, de culto laico donde la genuflexión se sustituía por una pose envarada de cabeza ladeada y donde los ritos de la liturgia obligaban a determinadas poses afectadas. No eran, desde luego sitios para ir con niños –mucha gente sigue pensando que los museos no son para niños-, y mucho menos para hablar, si no era con un susurro convencional en unos códigos incomprensibles.

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