La Voz - El Apunte
La utilización de las instituciones
Cada día queda más en evidencia que el objetivo del alcalde de Cádiz es usar el Ayuntamiento como altavoz para tratar de imponer su pensamiento único
El lamentable espectáculo protagonizado ayer por el Ayuntamiento de Cádiz con el izado y arriado de la bandera republicana no hizo sino evidenciar, una vez, cuán perdido tiene el norte político su actual equipo de Gobierno. En lugar de conmemorar un día de reconocimiento para muchas personas, en el que participaron representantes de todos los partidos políticos, lo que hizo fue emponzoñarlo para entrar en la disputa, en la confrontación, en absurdas y trasnochadas cuentas pendientes que para nada interesan a la inmensa mayoría de los ciudadanos. Ni siquiera de los que les votaron, que fue una amplia minoría.
Afortunadamente, esta vez sí hubo alguien que puso cordura en medio de tanto despropósito. Por un lado el delegado de la Junta de Andalucía en Cádiz, Fernando López Gil, quien calificaba como «insulto a la inteligencia» que a estas alturas se genere semejante polémica por parte de un partido que está en la obligación de gobernar la capital gaditana y recordaba la ingente cantidad de problemas que tienen sus vecinos como para perder el tiempo de esta forma. Y, sobre todo, recordándole al alcalde que ideologías al margen, la norma es la norma y hay que cumplirla. Por muy activista que uno se considere.
Y por otra el concejal del Partido Popular José Blas Fernández, quien pronunció una frase que debería quedar para los anales de la política gaditana: «Lo que tiene que hacer el alcalde es dejar los gestos y arrastrar el culo por la ciudad para lograr lo que prometió». Resumen perfecto de cuáles son sus obligaciones como máximo representante de los gaditanos.
Pero es evidente que el primer edil de la capital está mucho más interesado en aleccionar que en gestionar. En moralizar que en resolver problemas. Desde su llegada a San Juan de Dios su política no ha sido más que de gestos. Desde el famoso episodio del cuadro de Fermín Salvochea quedó claro cuáles son sus preferencias. Ayer, además, fue un poco más lejos aún. Afirmó sin tapujos que «el Partido Popular está genealógicamente, directamente, implicado con quienes asesinaron a estos señores», en una nueva prueba más de que su principal objetivo al llegar a una institución tan importante como el Ayuntamiento no es gestionarlo, sino utilizarlo como altavoz para tratar de imponer su pensamiento único.