GREGORIO GÓMEZ PINA - TRIBUNA LIBRE
Los tsunamis: Importancia de la educación ciudadana en Cádiz
Es fundamental que los ciudadanos conozcan las normas básicas de cómo actuar
Como cada año, los titulares de los periódicos de Cádiz nos recordarán la efeméride del maremoto de 1755 y volverá a repetirse la emotiva procesión de la Virgen de la Palma y su Salve Marinera, con el fondo del Castillo de San Sebastián y el espectáculo de la más bella puesta de sol que pueda verse desde toda Cádiz. Si no han estado nunca, vayan esta tarde, que no lo olvidarán. Es una sincera forma de agradecimiento de que no se haya repetido el maremoto.
Una vez que haya pasado ese día, el de ‘Tosantos’, rara vez los periódicos volverán a hablar del maremoto de Cádiz, salvo si –como sucedió el año pasado–, un entusiasta grupo de amigos, entre los que me incluyo, decide organizar unas jornadas sobre el riesgo de maremotos en la ciudad de Cádiz . Me refiero a las Jornadas organizadas por el IERD (Instituto para la Reducción de Desastres Naturales) y el CEYMAR, que se celebraron el pasado octubre.
En dichas jornadas, de muy alto nivel técnico por los conferenciantes y los temas tratados, de alguna forma se rompió el hielo a la hora de hablar sobre la catástrofe del maremoto de Cádiz y, en particular, sobre las consecuencias que tendría la llegada de otro evento de características similares al litoral de Cádiz.
Yo hablé sobre la importancia de la educación ciudadana , un asunto que considero crucial, y que me gustaría resaltar nuevamente, sobre todo después de haberse aprobado la Directriz Básica de Planificación de Protección Civil ante el Riesgo de Maremotos , y tener ahora que implementarse las medidas correspondientes a nivel de comunidades autónomas y ayuntamientos costeros.
¿Por qué es tan importante la educación ciudadana en el litoral gaditano? Por muchas razones. La principal es la de conocer –como en otros países que sufrieron estas catástrofes–, las normas básicas de cómo actuar, una vez que el organismo responsable –el Instituto Geográfico Nacional– emita el aviso de un posible maremoto .
Pero no pensemos en términos localistas, pues en nuestro mundo tan globalizado, también puede salvarle la vida a algún ciudadano que precisamente viva en un municipio no costero, pero que esté de vacaciones en cualquier otra parte del planeta. Sirva como ejemplo la distribución, por algunos países, de los 3.172 turistas fallecidos en el tsunami del Índico : Alemania (619), Suecia (575), Gran Bretaña (248), Italia (210)… Ello ha hecho que, por ejemplo, Suiza cuente con un representante en el máximo organismo representativo sobre riesgos de tsunamis en Europa, con el fin de transmitir el conocimiento a sus ciudadanos, tras los 175 turistas suizos que fallecieron.
De todos es conocido el comportamiento de la niña británica que, en la playa de Phuket , salvó la vida de otros turistas, avisándoles de que venía un tsunami, al ver cómo se retiraban las aguas, de forma anormal, durante un rato. Lo contrario de lo que hicieron otras personas –como se ve en algún vídeo–, que se entretuvieron en observar y comentar el avance de una extraña montaña de agua en la lejanía, que se movía a gran velocidad. No olviden que el ojo humano puede distinguir una masa de agua en el horizonte a una distancia de hasta tres kilómetros, disponiéndose entonces solamente de unos 3-4 minutos para que llegue la ola.
Ese dato no será olvidado, al menos, por mis alumnos de ingeniería de costas, en la Politécnica de Algeciras , pues formó parte de un ejercicio de examen final. También debe saberse que los maremotos suelen tener asociados la llegada de varias olas, no teniendo que ser la primera la más destructiva. Dichas olas pueden estar espaciadas entre 15-60 minutos , o más. Por ejemplo, en el maremoto de Cádiz la secuencia fue la siguiente: 11h 10m, 11h 30m, 12h 00m, 12h 35m, 13h 50m. Es decir, estuvieron viniendo olas durante unas 2h 40m, siendo la 3ª ola la más perjudicial.
Estas ondas pueden venir como resultado de réplicas del fondo, pero también debido a las reflexiones en los bordes costeros, por lo que pueden atacar desde diversas direcciones. A título ilustrativo, en el maremoto de 1.755 se produjo una retirada del mar de unos 2,5 kilómetros , produciéndose el retroceso durante unos 12 minutos, y regresando las aguas unos ocho minutos después. Es decir, se contó con unos 20 minutos de margen , más o menos, para que llegara la primera ola . Ello debe conocerse, pues posiblemente se repetiría de forma parecida con la llegada de otro maremoto.
El archipiélago de Hawai
En el caso del archipiélago hawaiano –región que conozco bastante bien por haber vivido allí–, los distintos tsunamis que lo atacaron se produjeron en zonas bien distantes, y en donde las primeras olas tardaron varias horas en llegar . Esos diferentes eventos marcaron la conducta ciudadana y la normalidad en los procesos de evacuación, e incluso rediseñaron la ciudad de Hilo, en la Isla Grande, en donde se causaron los mayores daños.
Estas islas sufrieron el terremoto de Alaska, en 1946 , cuyas primeras olas vinieron cinco horas después, causando 159 víctimas y numerosos daños, detectándose olas de hasta 18 metros de altura. A raíz de esta catástrofe se creó el ‘ Centro de Alarmas de Tsunamis del Pacífico ’, con personal altamente especializado trabajando 24 horas al día todo el año. Este centro funcionó por primera vez, dos años después, con un terremoto más pequeño, y sólo se produjeron dos víctimas que estaban acampando, y que no pudieron recibir los avisos.
Sin embargo, y a raíz del terremoto de Chile, en 1946 , el de mayor magnitud conocida, se llegó a emitir un aviso con seis horas de antelación . Aunque se presentó con sólo un minuto de desfase, no se pudo evitar que muchos ciudadanos acudiesen a la zona de Hilo, la capital, para comprobar si era verdad, resultando 61 fallecidos , algo que podría haberse evitado. La parte reconstruida de la ciudad en el primer maremoto fue nuevamente arrasada, decidiéndose entonces el crear en su lugar un parque que sirviera de zona disipativa ante futuros desastres.
Entre 2010 y 2012 sucedieron varios avisos de tsunamis emitidos por dicho centro que, de alguna forma, ‘acostumbraron’ a los ciudadanos de esas islas, especialmente a los residentes en Oahu, a aprender a convivir con esos avisos. Afortunadamente nunca aparecieron olas importantes, sino manifestaciones residuales de los efectos de este fenómeno.
Así, en 2010 , con motivo del terremoto de Chile (8,8 grados en la escala de Richter), se realizó una evacuación vertical en los hoteles de Waikiki , en donde los turistas observaron cómo llegaban olas, un tanto extrañas, pero debilitadas y sin peligro; o en Hilo, donde se detectó un retroceso del nivel del mar en el puerto, señal de que existía un ‘efecto tsunami’, aunque pequeño, en ese caso. En 2011, como consecuencia del terremoto de Japón , también saltó la alarma, pero se desactivó muy pronto.
Sin embargo, en 2012 , a raíz del terremoto que se produjo en Canadá, se llegaron a evacuar unas 100.000 personas de la ciudad de Oahu hacia áreas interiores no inundables, sin que llegaran finalmente olas importantes. Vemos, pues, que como consecuencia de todos esos eventos y el desarrollo de un eficiente sistema de alerta , en el archipiélago hawaiano se ha desarrollado una gran conciencia ciudadana de cómo actuar, incluso en los propios hoteles, sin que ello afecte negativamente al turismo.
Adaptación a nuestro litoral
Con independencia de los sistemas de alerta que se implanten a nivel europeo y sobre todo local, un posible maremoto en el Golfo de Cádiz reuniría una característica importante y diferenciadora de otras zonas del globo, y es la de disponerse de un relativamente corto tiempo de respuesta.
Tomando como ejemplo el maremoto de 1755, los tiempos de llegada, históricamente conocidos y refrendados ahora con los modelos matemáticos serían (en minutos) los siguientes: Lepe (30), Algeciras y Sancti-Petri (45), Huelva (55), El Puerto de Santa María (65), Sanlúcar, Ayamonte y Marbella (60), La Carraca y Regla (75), Cádiz (78).
Por consiguiente, tendremos que adaptar los planes de contingencias a la realidad de nuestro litoral , y no olvidar lo conocido del maremoto de 1755. El día 5 de noviembre ha sido declarado el primer aniversario del Día Mundial de Concienciación sobre los Tsunamis por la ONU, y el día 1, como acto simbólico, las iglesias de la ciudad tocarán a rebato sus campanas a las 11:10h, en recuerdo de la llegada de la primera ola del maremoto de Cádiz , según el marino Antonio de Ulloa. Una buena señal de que empieza a cumplirse lo de ‘A Dios rogando, y con el mazo dando’.