OPINIÓN
Una tregua insuficiente
El descenso de 1.271 desempleados en febrero alivia unos números aún demasiado negros
Será por la llegada del Carnaval, aunque tan tardío que se ha colado en marzo, o por cuestiones ligadas al esencial sector servicios pero el mes de febrero ha sido benevolente con el desempleo en la provincia. En un territorio como Cádiz está ya todo ... dicho y todo escrito con respecto al paro. Somos expertos internacionales en desempleo, en analizar cifras y lamentar su evolución. Controlamos todos los aspectos de este fenómeno social excepto sus causas y soluciones. De lo contrario, se habrían aplicado remedios, alivios, en los últimos 30 años. Pero en manejar sus números y porcentajes tenemos un auténtico doctorado, el que dan tantas décadas a la cabeza del triste ranking en Andalucía, España y Europa. Así que ya sabemos que enero y febrero suelen ser malos meses por tradición. En esta ocasión, el segundo ha sido más liviano.
Los contratos temporales de comercio y hostelería que propició la campaña navideña trae –quizá– el peor mes del año para el empleo con el fin de los contratos de la temporada de Navidad y la llegada del final de muchos empleos temporales. Sin embargo, en febrero se ha dado una leve recuperación de 1.271 personas menos en las listas de registro de desempleados. Hasta a esos vaivenes del sector servicios (tan notables en Carnaval, como ahora, o en Semana Santa y, sobre todo, verano) estamos habituados ya. Están previstos y descontados. Pero conviene tener presente que la situación mejora. Eso sí, demasiado lentamente y dentro de unos números aterradores en la provincia de Cádiz. Con todo, y respecto a un lustro atrás, mejora notablemente respecto al mismo mes de años como 2015, por ejemplo. Como ya se han encargado de traducirnos los expertos es el febrero «menos malo» en muchos años y a esa esperanza habrá que agarrarse.
La cifra total resultante (154.276 parados en la provincia), aunque sea negativa y en un paisaje muy duro desde hace muchos años, viene a confirmar que la recuperación es sólida. Por contradictorio que parezca y aunque los efectos aún no lleguen con la intensidad deseada a las familias, los números son mucho menos rojos que durante toda la primera mitad de la década. Para confirmar esta esperanza, habrá que esperar a que se acerque el verano. En cualquier caso, pase lo que pase, es imprescindible tener siempre presente que la cifra de demandantes aún es demasiado elevada como para dejar de trabajar de forma obsesiva por recortarla.