Transparencia, poca y opaca
La petición del cómplice PSOE al Pleno de mañana muestra que no hay nada de aquellas «paredes de cristal» que se prometieron
Las campañas electorales, esas que vivimos de forma crónica como ahora, son esas semanas de muchas palabras, de frases rimbobantes, y de ningún hecho. Dentro de unos pocos días se aproxima otra, la que corresponde a las enésimas Generales, de nuevo en 2019. Pero en ... la anterior, hace poco, el alcalde de Cádiz no se cansó de repetir distintos eslóganes, frases bien preparadas e incluso ensayadas, que la práctica ha dejado en el terreno al que pertenecen: la teoría. La práctica es bien distinta porque clamaba José María González Santos por remunicipalizar empresas tan grandes como las de autobuses o las de limpieza y hasta la fecha, todo ha quedado en unos modestos servicios de playas. Algo similar puede decirse de los desahucios y de una supuesta existencia de hambre infantil, si es que alguien recuerda aquella denuncia tan alarmante. A esos graves problemas, existentes en idéntico grado entonces y ahora, se han aplicado las mismas medidas que ya estaban en marcha por parte de distintas administraciones, entre ellas el Ayuntamiento.
Pero uno de sus estribillos electorales, de sus frases recurrentes, fue la de traer «la transparencia» al Ayuntamiento. En su relato de la situación, la gran casa de la plaza de San Juan de Dios era un lugar oscuro y opaco, vedado a los ojos de los ciudadanos, siniestro y malvado. Se propuso, eso decía, convertir los muros del Ayuntamiento «en paredes de cristal» para que los vecinos pudieran acceder a cada dato, para que estuvieran enterados en tiempo real de cada negociación, proceso y gestión. Eran los tiempos en los que se decía que cada decisión sería precedida de una asamblea ciudadana en las plazas. Nunca se supo de ellas, claro. Hasta el PSOE, ese partido cómplice del actual Gobierno local, la reclama ahora, en el Pleno que está previsto mañana.
Ahora, cinco años más tarde, lo que sale a la luz es que la administración local niega información o la ofrece de forma muy insuficiente. Que no hay nada de aquellas paredes de cristal tan cacareadas. Está claro que el Ayuntamiento participativo y abierto a todos ha quedado en ocultación y en lo que conviene que se sepa –filtrado con la versión que más conviene al equipo de Gobierno– y lo que conviene que no se sepa –que puede esperar en cajones y reuniones de dirigentes municipales o altos funcionarios–. Es decir, ha quedado en lo contrario a la transparencia. Ha quedado en lo de siempre. En nada.