El Apunte

Trabajadores públicos como arma arrojadiza

Los tres despidos en el Instituto de Fomento, a toda prisa y tras una situación irregular admitida por el Ayuntamiento, confirman un vicio político

El despido de tres trabajadoras del Ayuntamiento de Cádiz puede parecer un episodio menor, por lo cuantitativo. Pueden parecer pocas personas, una decisión legítima que está lejos de afectar a un gran grupo. Sin embargo, cualitativamente encierra algunas de las peores características que el nuevo gobierno municipal ha dejado ver en apenas un año al frente del Ayuntamiento. Esas taras son el sectarismo y la utilización de las instituciones públicas para aplicar de forma irracional unos criterios ideológicos que muy pocos gaditanos comparten. Si no es por este afán de revanchismo, por el vicio de usar a los trabajadores públicos, a los funcionarios y a los cargos intermedios del Ayuntamiento como armas políticas arrojadizas es difícil entender este caso. Nadie puede justificar que se hayan dado tanta prisa en despedir a tres trabajadoras del Instituto de Fomento, Empleo y Formación (IFEF). Un informe recomendaba, un día, reducir de 36 a 33 el grupo de trabajadores de ese departamento. Al día siguiente, las tres empleadas estaban fuera. Para colmo, en una exhibición de hechos consumados, una vez despedidas, el propio Ayuntamiento reconoce abiertamente que «han estado realizando tareas que no venían recogida en sus contratos». Es decir, primero se despide y luego se pregunta. Las trabajadoras no estaban en una situación correcta pero se les echa por algunos motivos oscuros. El hecho de que la concejala de Fomento, Laura Jiménez, declarase ayer que nunca ha exsitido intención de «usarlas como argumento político» es un claro ejemplo de ‘excusatio non petita, accusatio manifesta’. De ahí que este triste episodio municipal suponga mucho más que lo numérico. Son tres empleos, tres familias, afectadas pero lo más grave es una actitud. El nuevo equipo de gobierno se cree con derecho a realizar purgas en todos los departamentos con el único criterio de la ideología. Los ejemplos son ya demasiados. Demasiado graves.

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