Ignacio Moreno Bustamante - OPINIÓN

Tontos perdidos

En estos tiempos globalizados nos quedamos con lo insustancial, con el meme, nunca con el análisis

Esta semana se han cumplido 40 años de la primera vez que nuestros mayores fueron a votar. Más tiempo del que muchos de ellos padecieron la dictadura franquista. Y como si nada, oiga. El hecho más relevante de la historia reciente de España ha pasado prácticamente inadvertido. Un reportaje en Informe Semanal y poco más. A otra cosa, que es mucho más importante lo que pasa ahora en el Congreso, con Irene Montero y Pablo Iglesias bailando por sevillanas, o la frase de nuestro presidente en todas las cadenas de televisión. Repita conmigo: «Cuánto mejor, peor para todos y cuanto peor para todos, mejor; mejor para mí, el suyo, beneficio político».

Entre burlas y ‘memes’, nos pasamos el día entretenidos, sin darnos ni cuenta de que vamos cuesta abajo y sin frenos en lo que a nivel político, educacional, social y cultural se refiere. Muchos lo saben de primera mano y otros muchos sólo hemos tenido que leer un poco para ser conscientes de que hace cuatro décadas, cuando se abrieron a los españoles las primeras urnas de nuestra democracia, este país estaba mucho peor que ahora en casi todo. O al menos en casi todo lo tangible. Carreteras, trenes y esas cosas. Pero sin duda estaba mucho mejor en cuanto a capacidad intelectual. Al menos en lo que a sus líderes se refiere. A derecha e izquierda, la talla política de la inmensa mayoría de ellos era tal que fueron capaces de ‘parir’ el sistema democrático que ahora disfrutamos. Con el nivelito de ahora, como algunos tengan que sentar las bases de lo que seremos dentro de 40 años, apañados vamos. Porque, no nos engañemos, quien más se parece hoy día a esos políticos de antaño es precisamente el actual presidente del Gobierno, con sus líos léxicos y su tibieza inicial con los gravísimos casos de corrupción en su partido. El resto, casi sin excepción, son ‘pá echarlos’, que diríamos aquí en Cádiz. Es cierto que el paso del tiempo tiende a deformar un poco la realidad. En muchos casos a idealizarla, sobre todo si los que han venido detrás han empeorado ostensiblemente a sus predecesores. Pero comparen a Felipe González con Pedro Sánchez, a Santiago Carrillo con Pablo Iglesias, a Adolfo Suárez con Albert Rivera y a Manuel Fraga con Rajoy. El único que sale medio bien parado, insisto, es Rajoy.

Sin embargo, no parece que queramos darnos cuenta. Es mucho mejor quedarnos siempre en lo superfluo, en lo insustancial. Tanta globalización nos sobrecarga de información. De datos y opiniones banales que nos restan tiempo y ganas para profundizar en lo serio. Y quizá eso es lo que pretenden algunos, quizá las redes sociales sean el pan y circo de antes. Y quizá, fíjese, a algunos les quepa el consuelo de que no es un problema sólo de España, sino generalizado en Europa y más allá del océano Atlántico. Pero el mal de muchos, ya se sabe, es consuelo de tontos. Y así estamos, tontos perdidos.

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