Francisco Apaolaza

Los tontos invencibles

Vivimos en el eufemismo constante, en la realidad de Pepi Mayo

Es asombrosa la distancia entre el deseo y la realidad. Miley Cyrus, que tiene el cuerpo sembrado de tatuajes como la puerta del baño de un billar de los ochenta -se ha tatuado una tajada de sandía, una cabeza de alien y la palabra karma entre muchos otros garabatos-, ha querido dibujarse un planeta Júpiter en el brazo. Incluso ha llegado a mostrar en su cuenta de Instagram a su nuevo amigo al que ha bautizado como «Mi pequeño Júpiter». En realidad se había pintado un planeta Saturno con su anillo y todo.

A Pedro Sánchez le pasó igual cuando montó ante los medios un paseo con Pablo Iglesias por la cuesta de la Carrera de San Jerónimo, tan resbaladiza estos días, cuando le regalaron un libro firmado y acudió a la investidura, y dijo todas las majaderías que se le ocurrieron, e hizo de Pablo Coelho y cuando terminó el plazo, se dio cuenta de que en lugar de grabar su nombre en un despacho de Moncloa, tenía que hacer otra campaña electoral. A Pedro, que a punto estuvo de comerse la boca con Pablo, que prometía negociar en ‘streaming’ y que vendió un pacto de última hora con Compromis salvo alguna cosa, le estaban estaban pintando un Saturno en el brazo.

Vivimos en el eufemismo constante, en la realidad de Pepi Mayo. Volamos tanto y tan lejos del suelo de lo real que nos damos cada zurriagazo histórico. Yo leo las mieles de los memes de Facebook y no sé cómo decirles que por muy bonito que lo pongan, no todo va a ir bien, que a veces es más importante no caerse que intentar levantarse, que cuando se cierra una puerta no siempre se abre una ventana y que, además te puede pillar los dedos. Que lo importante no siempre es participar y que si los persigues, los sueños se cumplen, pero solo a veces. Que cuando Dios aprieta, ahoga, pero bien.

Puede uno colgar todas las bobadas del mundo en las redes sociales que al final el tiempo no pondrá a todo el mundo en su lugar y no todos tenemos una estrella en el cielo «que cuida de nosotros». Hay que decir la verdad: las zodiacs se hunden camino de Lesbos, Otegi fue mucho más tiempo un hombre de guerra que de paz, ETA no ha entregado las armas y Vargas Llosa ya no está en edad de champán y mujeres. Yo mismo soñé un día con ser médico, y miren. ¡Cayó hasta Urdangarín! ¡Granados! ¡Rodrigo Rato! ¡Manos Limpias! Quizás todo sea cuestión de prepararse, de saber que va a llegar. Estamos condenados a esperar el impacto y en ese trance no debemos ceder a la tentación anestésica de creernos invencibles. Porque solo los tontos se creen invencibles. Asomarse a la atrocidad y aceptar todo lo cruel que puede ser el mundo es la única manera de estar en él, al menos de estar sin parecer un completo imbécil con Saturno tatuado en el brazo creyendo que es Júpiter.

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