OPINIÓN

Todos somos «¿a que sí, cariño?»

En las alianzas políticas de estos días todos los elementos de los despachos están sujetos a renovación

Andrés G. Latorre

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«¿A que sí, cariño?» Una frase que, en cualquier momento, todos podríamos firmar. «Hace muy bueno en la playa, ¿a que sí, cariño?» «‘Juego de Tronos’ está sobrevalorada, ¿a que sí, cariño?» «Es el alcalde el que eligen los vecinos y es el vecino ... el que quieren que sea el alcalde los vecinos, ¿a que sí, cariño?» Sin embargo, esas cuatro palabras han copado una capciosa cantidad de titulares, obligado opiniones y titilado en toneladas de tuits. La historia, si han leído algo de prensa en los últimos días, la conocerán. Virginia Moreno, pareja del director general de Educación, llegaba al despacho de su marido y, en un tono desenfadado propio de las redes sociales, proponía en un vídeo hacer unos cambios de decoración. ¿A que sí, cariño? Sus palabras han retumbado más que el cierre de líneas en la educación pública, que la inexistencia de un plan serio para la climatización en los colegios o que la falta de políticas sinceras que reduzcan de una manera drástica la interinidad en las escuelas andaluzas. La anécdota sirve, una vez más, para ocultar todo un bosque. Somos los periodistas (empujados por el tren de las redes sociales) los primeros culpables.

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