El Apunte

Ancianos maltratados

Todos los números y la demografía dicen que estos dramas podrán darse cada vez con más frecuencia

El dato de que unas 60.000 personas mayores sufren en España maltrato psicológico, agresiones físicas o abusos económicos –mayoritariamente en el hogar– causó un gran impacto en España hace unos tres años. Aquel dato se vuelve escalofriante al añadir que ocho de cada diez ... víctimas no pueden o no quieren denunciarlo, bien porque no son conscientes de la injusticia que padecen, bien porque creen evitar así una mayor virulencia.

En la mayoría de los casos, además, sufren algún grado de deterioro psicológico o físico que dificulta, retrasa o impide cualquier tipo de queja, cualquier petición de auxilio. A todas estas tristísimas circunstancias se une la soledad. Muchos no tienen familia o les han dejado abandonados. No hay que olvidar que países como Gran Bretaña han creado ya una «Secretaría de Estado de la Soledad» porque se ha convertido en un problema nacional de grandes magnitudes. Además, el hecho de que el maltrato aumenta con la edad y con el grado de dependencia refleja hasta qué punto la indefensión propicia tan crueles prácticas.

Todas estas tragedias juntas reaparecieron ayer en Chiclana, en un chalé calificado por la Guardia Civil como «casa de los horrores», en la que ancianos que no pueden valerse eran –presuntamente–drogados, mal alimentados por sonda y desvalijados por personas desalmadas.

La responsabilidad de que estas prácticas –domésticas o no–dejen de crecer atañe al conjunto de la sociedad y a las instituciones, esenciales en la detección y denuncia de los casos que se produzcan, en la transmisión de valores de respeto y ayuda a las personas desarmadas por los años.

Porque el escenario aún irá a peor. El derrumbe de la natalidad en toda España, en toda Europa, provoca un grave desequilibrio que tiene, como uno de sus perversos efectos, el rápido envejecimiento de la población, por el empobrecimiento de una sociedad cada vez con menos niños, con menos jóvenes, con menos fuerza.

Los más mayores serán, por tanto, un porcentaje cada vez mayor de nuestra población y situaciones de vulnerabilidad se multiplicarán por mucho en poco tiempo. Conviene recordarlo para entender que este tipo de escenarios –de la soledad al abuso y la violencia– tienden a dispararse en los años que vienen por delante.

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