OPINIÓN
Todo para el pueblo pero sin el pueblo
Son tan alejados de la democracia participativa que pregonan que, cuando el pueblo decide democráticamente lo que a ellos no les gusta, no dudan en cambiar las reglas del juego
¿Se imaginan que a mitad de un partido de futbol o de un encuentro de baloncesto el árbitro cambie las normas del juego porque está perdiendo el equipo del que es simpatizante? Sería una locura ¿verdad? Pues eso es lo mismo que ha hecho ... el Excelentísimo Alcalde al ver que en la votación sobre el nuevo nombre del estadio Ramón de Carranza no salía el resultado que a él y a los suyos les gustaba o tenían previsto .
A mitad del procedimiento público para que el pueblo escogiera el nombre del estadio, y al ver que los dos más votados son 'Carranza' y 'Ramón de Carranza', se sacan de la manga, cual mago se saca un conejo de la chistera, la condición de que no puede ser un nombre propio . Sin embargo, se permiten nombres como 'Gadir' o 'Nueva Mirandilla', lo cual no deja en buen lugar al profesor que el alcalde lleva dentro, ya que parece que no sabe muy bien que es un nombre propio y lo que no lo es.
Pero lejos de esa anécdota de saber que es o no un nombre propio, lo que se pone de manifiesto es que, cuales representantes del más rancio despotismo ilustrado, cuando no sale lo que ellos abogan aplican el principio de 'todo para el pueblo pero sin el pueblo '. Esto no deja de ser un rasgo característico de esas dictaduras siniestras, y lo digo por la tendencia a la izquierda, que se alzan como la voz del pueblo pero que son incapaces de admitir lo que estos quieren. Es un ejemplo más de la actitud paternalista de cierta ideología política que actúan cual padre de familia, de los de antaño, de los que piensan que son los únicos capacitados para decidir lo que le conviene al resto de la familia, sin importarles lo más mínimo la voluntad de estos.
Son como aquel personaje repelente del anuncio en el que había que admitir pulpo como animal de compañía. El equipo de gobierno se propone llevarse su consulta si no sale el nombre que ellos pretenden. Son tan alejados de la democracia participativa que pregonan que, cuando el pueblo decide democráticamente lo que a ellos no les gusta, no dudan en cambiar las reglas del juego.
El hecho de no admitir ahora, a mitad de consulta, los nombres propios no dejaría de ser una mera anécdota sino fuera porque encierra caracteres propios de una dictadura. Una característica de los que pretenden gobernar por encima de la voluntad del pueblo. La pena es que hubo muchas personas que de verdad creyeron que esto sería limpio y transparente y se han encontrado con un procedimiento enturbiado por aquellos que venían a poner paredes de cristal. Aquellos que hablaban de abrir la administración al pueblo y, a la menor de cambio, dan un 'pucherazo' en las votaciones, tan propio de ellos, de los que reclaman la memoria de la Segunda Republica.
¿Se imaginan ustedes si algo así lo hubiera hecho el Partido Popular durante sus mandatos? Seguro que el humo de los contenedores ardiendo se podría ver desde Puerto Real y al Excelentísimo le faltarían pilas para el megáfono con el que arengaría a las masas a revelarse contra el autoritarismo. Hoy, en cambio, todo es paz y armonía, nadie asume la responsabilidad de querer anular la voluntad del pueblo y el Kichi se toma unas vacaciones a costa de la baja paternal hasta que el viento sople a favor de su vela.