Fernando Sicre
La tierra, el monte y la calle
En las escuelas debieran exigir conocer la obra de Ortega. Seguro que entonces el espectáculo dado desde el 9-N, pasando por el 1-O, sería mera entelequia
La Constitución garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran. El hecho diferencial para los Padres de la Constitución entre los términos nacionalidad y región consistía en que son merecedores del primero aquellos territorios que en el pasado hubiesen plebiscitado afirmativamente proyectos de Estatuto de autonomía. Adentrándonos en la historia podremos conocer el fundamento de cada hecho diferencial.
El monte es el lugar de encuentro del vasco cuando busca su espacio natural. El arrastre de piedras es el deporte rural por excelencia. Piedras que son arrastrados por bueyes o por vascos. El vasco es el hombre del monte con grupo sanguíneo RH 0. En la genética animal lo más parecido al buey, de ahí las competiciones arrastrando piedras. Sólo ese RH permite sumergirse en aguas de la Concha durante el gélido invierno en Donostia. Sin duda estos vascos son la hostia. Y si fuera del mismísimo Bilbao, todo un ostión. Vamos, si lo tuviera que asemejar con los bueyes, no sé cómo comenzar el relato de sus atributos.
Vayamos con los gallegos y rebusquemos en la tierra, porque ahí reside su hecho diferencial. Lo decía Emilia Pardo Bazán, la cultura gallega está determinada por su tierra con sus circunstancias geofísicas. La mitología gallega está patente en el culto de sus gentes a sus montes, a las grandes piedras, a las aguas, a las fuentes, a las lumbres… Los celtas son así, sus ‘bruxas, meigas y feiticeiras’ realizan amuletos contra el mal de ojo y curan enfermedades con el conocimiento de hierbas medicinales. En fin, hay gente para todo.
Hoy el hecho diferencial más exacerbado que se sale del tiesto es el catalán. Tal es así que niegan ‘la nacionalidad’ porque dicen ser nación. Su fundamento histórico no se encuentra en el monte, ni en la tierra, está basado en la calle. ¿Y quién hace la calle? Pues ‘la Ramoneta’. «¿Y esa quién coño es?», como diría Puyol. Y como casi todo, la solución la tenemos en la historia. La expresión jugar a ‘la puta y la Ramoneta’ se utiliza en Cataluña para describir una postura ambivalente con el fin de obtener beneficio. Mientras La UDEF acechaba al ‘Padrino’ Puyol, como patriarca de la Sagrada Familia, su partido CIU jugaba a la ‘puta y la Ramoneta’ para describir los coqueteos tanto con el independentismo catalán y como con el gobierno español. La indefinición como la estrategia más rentable durante treinta años.
En las escuelas españolas debieran exigir conocer la obra de Ortega. Seguro que entonces todo el espectáculo dado desde el 9-N hasta hoy, pasando por el 1-O sería mera entelequia. Apellidado también Gasset, pronunció en 1932 su discurso en las Cortes, en la discusión del Estatuto de Autonomía de Cataluña: «Yo sostengo que el problema catalán, como todos los parejos a él, que han existido y existen en otras naciones, es un problema que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar, y al decir esto, conste que significo con ello, no sólo que los demás españoles tenemos que conllevarnos con los catalanes, sino que los catalanes también tienen que conllevarse con los demás españoles». La síntesis de ello queda reflejado en el término ‘conllevar’. Así, sí la Ley se aplica en España, también en Cataluña como parte indivisible de España.
La soberanía que es el término que representa el poder en política hoy por hoy reside en la nación española, que es el pueblo español. Quien se erigió en su día en ‘Constituyente’ para dotarnos de la Constitución, lugar de encuentro de nuestros derechos y libertades. De ahí que se diga que la soberanía reside en el mecanismo con competencias para reformar la Constitución. Así es que ‘Ramoneta’, sí quieres dejar de hacer la calle, refórmate. Mira que sencillo.
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