Tiempo de lectura
Las vacaciones suponen un doble motivo de alegría: el descanso y la desconexión por medio de los libros
Igual que en las de muchos de ustedes, en mi mesilla de noche siempre hay un libro. O dos. E igual que muchos de ustedes, soy incapaz de conciliar el sueño sin haber dedicado previamente un mínimo de 30 minutos a la lectura. A la ... lectura reposada, me refiero. No a ese consumo voraz de información en el que vivimos inmersos hoy día. Una lectura tranquila, calmada. Y no necesariamente siempre de esos libros que esperan en la mesilla. También trato de tener a mano buenas revistas con entrevistas y reportajes de cierto calado. Deformación profesional supongo. Del mismo modo que si usted se dedica a la contabilidad hará por agenciarse lectura relacionada con los números. O con la cocina si es cocinero, la mar si es marinero o el deporte si es su profesión, su pasión o ambas cosas. La temática es lo de menos, cada cual, la suya. Lo cierto es que probablemente usted, como yo, no seríamos las mismas personas de no tener a mano esa lectura que nos ha ido entreteniendo, formando, forjando nuestra personalidad a lo largo de los años. El problema en mi caso, e imagino que en el de muchos de ustedes también, es el tiempo. No disponemos del tiempo que nos gustaría para pasar páginas y páginas hasta caer rendidos. Por eso, este tiempo de verano, de vacaciones, supone una doble alegría. Es tiempo de lectura.
Desde hace ya unos años, servidor inicia sus vacaciones el día de su santo. Y desde hace bastantes años más, ese día siempre recibo libros. Quien bien me conoce lo sabe. Sabe mis gustos. Y acierta. Y comienzo siempre las vacaciones concluyendo el libro de la mesilla e iniciando la lectura de los nuevos. Sin ser ningún gran experto en materia literaria. Que no lo soy. Sólo sé lo que me gusta y lo que no. Y lo que me gusta me lo ‘bebo’. En mis tiempos de estudiante no fueron pocos los días en los que llegaba tarde a clase por ser incapaz de levantarme temprano si me estaba leyendo un libro de los buenos. De los que me enganchaban de tal manera que no lo podía cerrar hasta las tantas de la madrugada. De verdad les digo que pocas cosas me han hecho sentir tantas emociones juntas -intriga, alegría, tristeza, emoción, enfado, rabia, empatía...- como las páginas de un libro. Así que acabo de comenzar mis días de asueto y lo he hecho de la mejor manera que se me ocurre, de la forma más auténtica de evadirse del día a día: leyendo. No me atrevería a hablar de títulos concretos, no osaría recomendarles ningún libro o autor. Ya les digo que cada cual debe buscar lo que más le entretenga, lo que más le divierta, le apasione, le evada. Si acaso, por hacer algo de patria, pruebe con algún autor gaditano. Que los hay y muy buenos. De novela, de ensayo, de poesía. Déjese de series de televisión. Muchas de ellas están muy bien. Pero ninguna como un buen libro. Incluso las inspiradas en libros nunca podrán ofrecerles las sensaciones, las emociones del relato original. Es tiempo de lectura. Celebrémoslo. Aprovechémoslo.
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