OPINIÓN
¿Terminó la guerra de Siria?
Todos los gobiernos turcos han sabido siempre que Moscú no saldría de Siria en condiciones ordinarias
Parece haber terminado el sábado pasado una guerra, la de Siria, pero el fausto acontecimiento sólo tuvo una expresión periodística más bien modesta que corrió a cargo de los contingentes kurdos; es decir, de uno solo de los actores del bando vencedor, encabezado por Rusia. ... Moscú decidió juiciosamente no protagonizar el último round de una tragedia que ha costado unos 350.000 muertos, según estimaciones moderadas, y la semidestrucción total del país. Rusia es la ganadora en términos geopolíticos, pero su victoria la ha hecho desde el aire una fuerza aérea muy activa y desde el abastecimiento sin tregua de equipo militar de primera clase a su bando, el régimen de la familia Asad, mientras lo blindaba en las instancias regionales e internacionales, empezando por la ONU.
Merece un subrayado esta actitud porque confirma al precio de una tragedia con pocos precedentes la instalación política y militar de Moscú en el país árabe del brazo de la familia Asad. La negociaron el fundador del régimen, general Hafez el-Asad, padre del presidente actual. y el líder soviético Léonidas Breznev. Eso sucedió en octubre de 1980, Breznev tenía 76 años y Asad casi setenta y los profundos cambios sobrevenidos en la hoy extinta URSS no han afectado en nada la cooperación sirio-rusa: es un asunto de máximo interés estratégico y seguridad nacional.
Es obvio que todos los gobiernos turcos han sabido siempre que Moscú no saldría de Siria en condiciones ordinarias y el régimen de Putin ha sido un continuador modélico y ha debido gastar dinero en cantidades ingentes, sobre todo por la entrega de equipo militar de última hora en grandes cantidades, y el cuidado de no poner a sus soldados en el frente. Ha protegido al régimen en la ONU y sabido mantener un contacto permanente con el influyente vecino turco.
Tal vecino ha debido cambiar su conducta visto, hace ya más de cinco años, que Moscú no cedería por la fuerza. Y sólo ha exigido que el conflicto no derivara en un escenario en el que la minoría kurda siria (silenciada, olvidada, se diría, por el régimen alauí de los Asad) llegara a ser un factor de su conflicto interno con su propia minoría kurda. Que se sepa ha obtenido lo que deseaba y Washington, en un alarde de realismo, por cierto, ha asumido también que Moscú no podía perder un round de este calibre estratégico.
La visión de las ciudades devastadas y las atrocidades perpetradas por antagonistas radicales dispuestos a todo parece ser el precio que todo el mundo ha debido pagar por ver la última y presuntamente definitiva derrota del sedicente Estado Islámico, un esperpento que ha hecho el prodigio de reunir a rusos, sirios, norteamericanos, turcos, iraquíes, europeos y asiáticos en un combate multilateral y que parece definitivamente ganado, aunque sea pagando un precio exorbitante.