Tenía que llover
Resulta sorprendente que la lluvia cause tanto daño cuando reaparece y cabe preguntarse si se cumple con la tarea preventiva
En el ámbito político, en el electoral, en el social o en el económico, las malas noticias se han convertido en el día a día de los medios de comunicación desde hace ya demasiados meses. Apenas dan tregua los respingos a los oyentes, espectadores o lectores ante una letanía de sucesos y advertencias que parecen advertirle del apocalipsis. Edición tras edición, los informativos, las páginas webs, las emisoras y los periódicos amanecen con decenas de informaciones que nos hacen pensar que estamos en un laberinto de difícil salida, instalados en la incertidumbre, en un cambio de tiempo crucial.
A veces, simplemente, miran desde el otro lado, el prisma de lo negativo. No lo hacen con ningún fin, sino porque nos estamos acostumbrando a ese enfoque, influenciados por la situación de crisis que atravesamos, en el sentido más amplio de esta palabra, desde hace ya casi una década. Antes económica y social, ahora política... Y social. Pero en nuestras tribulaciones, de repente, un cotidiano y sencillo fenómeno natural nos pone en nuestro sitio, nos enseña lo que puede ser una desgracia, lo que significa el miedo, lo pequeños que somos. Ayer, volvieron a ser visibles las inundaciones, los rayos y las calles anegadas en casi toda la provincia. Chipiona, Sanlúcar y la capital gaditana se llevaron la peor parte.
Los dirigentes políticos correrán en tropel a dar mensajes de solidaridad, a visitar las zonas afectadas y a decir obviedades con cara de circunstancias pero lo que se les debe exigir es que impulsen la parte, quizás pequeña, de las medidas preventivas que pueden aplicarse para paliar el daño de estas lluvias torrenciales. Puede que el campo de maniobra sea parcial ante la fuerza de la naturaleza pero estamos obligados a exigírselo sin demora.
Por ser concretos, cabe plantearse si unos cuantos chaparrones intensos (casi los primeros tras el verano) son suficiente justificación para tanto daño material o si se han abandonado algunas medidas de precaución en la construcción de estructuras, en la reforma de vías públicas, en la ocupación de cauces y en el mantenimiento de husillos, bajantes, canalizaciones e imbornales. Resulta difícil ver que siempre hagan tanto daño.
Ese trabajo sería más útil y menos lucido que hacerse fotos y lanzar mensajes poéticos de ánimo.
Ver comentarios