Antonio Ares Camerino - Artículo
Las telas arden bien
Este año el lema del 8M es 'Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un planeta 50-50 en 2030'
Nada hacía presagiar semejante tragedia. El encierro de las trabajadoras transcurría con toda la efervescencia reivindicativa de una huelga por unas condiciones de trabajo dignas e igualitarias. Aparecían los primeros indicios de flaqueza en las fuerzas físicas, pero la moral ganaba enteros. Corría el mes de marzo de 1911. El fatal destino, sabe Dios si alentado por alguna mano negra, quiso que el incendio provocado en la fábrica de camisas Triangle Shritwaist de Nueva York se llevase por delante la vida de 146 mujeres, y dejara heridas de gravedad a cerca de un centenar. La magnitud de los hechos obligó a modificar con carácter urgente la legislación laboral de los Estados Unidos, en lo que a derechos de las mujeres se refería. Este hecho y otros acontencimientos acaecidos en marzo han servido para que el 8 de Marzo sea reconocido internacionalmente como Día de al Mujer Trabajadora. Este año el lema es ‘Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un planeta 50-50 en 2030’.
Si bien el sector textil fue la punta de lanza de la Revolución Industrial, las condiciones de trabajo de las personas empleadas en el mismo, la mayoría mujeres, distan mucho de haber mejorado con los tiempos. Después de la minería, los accidentes en talleres textiles son los que mayor número de víctimas mortales provocan.
En noviembre de 2012 un incendio en una fábrica textil de Dacca (Bangladesh) causó más de 120 muertos, casi todas mujeres. Fueron obligadas a permanecer en sus puestos de trabajo a pesar del humo. Se confirma que las telas arden bien.
En abril de 2013 más de mil mujeres fallecieron en el derrumben de una fábrica textil en la Plaza Rana de la misma capital. Cobraban un sueldo de 28 euros al mes. La empresa de ropa barata Primark emitió un comunicado de condolencia con las víctimas. Bajo condiciones de esclavitud desarrollan su trabajo millones de mujeres. Los pespuntes, los ojales, las costuras, las prendas de marca no son baratas, cuestan la salud y la vida de muchas personas. No son delitos de sangre pero es otra forma de violencia de género. Esta vez consentida por empresarios, grandes marcas de ropa y gobiernos que amparados por legislaciones torticeras lo permiten. En la otra punta del mercado laboral tenemos a la cúspide dirigente, esa zona elitista frecuentada por varones y a la que las mujeres tienen acceso restringido. Incluso allí, a parte de estar poco representada, sus condiciones de trabajo y retribuciones siempre están por detrás.
En estos días, en el Parlamento Europeo, el eurodiputado polaco Janusz Lorwin-Mikke ha declarado, con un estilosos y estudiado argumentario, que las mujeres deben ganar siempre menos que los hombres porque son más débiles, más pequeñas y menos inteligentes. Ya lo decía Freud «la inteligencia humana es limitada, la estupidez no». Lo triste es que esta Europa no sirva para nada, ni siquiera para llamar al orden a este ‘señor’, cuyo sueldo y prebendas se financia con nuestros impuestos.
Imposible dar crédito. Que en pleno siglo XXI se cuestione todavía dejar fuera a la mitad de la población.
¡Algo habrá que hacer!
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