Yolanda Vallejo - OPINIÓN

Tanto Twitter

El índice de penetración de nuestro alcalde es del 94%

YOLANDA VALLEJO

El índice de penetración de nuestro alcalde es del 94%. Dicho así, da qué pensar, la verdad, pero lo que sugiere este indicador es que tenemos el acalde que mejor gestiona sus redes sociales, según un estudio realizado por la consultora ACH Cambre. A José María González Santos, que ha subido con respecto al pasado año en un 30%, le siguen Ada Colau y Manuela Carmena, que también tienen un índice de penetración bastante aceptable, aunque lejos del casi pleno del nuestro. Lo del índice este, tiene que ver con el número de seguidores que cada edil tiene en las redes sociales, y con el impacto de sus mensajes; por eso José María González lidera también la penetración en Andalucía, seguido muy de lejos por el alcalde de Huelva, con una penetración del 11%, lo que nos coloca en una situación de liderazgo absoluto.

Por una vez, somos los primeros en la lista de algo, aunque sea a costa de tanto Twitter y tanta opinión, que diría nuestra antigua alcaldesa. Y es que los tiempos –incluso los revueltos- adelantan que es una barbaridad, y hoy lo que no está en las redes sociales, en el mundo virtual, no está en ninguna parte. Por eso nuestro alcalde, además de escribir largas cartas apasionadas, se maneja estupendamente en los ciento cuarenta caracteres. A mí me tiene rendida, usted ya lo sabe; y no solo por su índice de penetración, sino porque ha sabido aprovechar el efecto multiplicador de las redes sociales para que se hable de Cádiz. Bien o mal, tampoco creo que importe mucho, «ladran, luego cabalgamos» que diría don Quijote.

Verá. Cuando, hace unos años el alcalde de Jun, José Antonio Rodríguez Salas, se lanzó a la aventura de tuitear la vida de su pueblo, a muchos nos pareció algo digno de ‘Amanece que no es poco’, aquella película de José Luis Cuerda, en la que los vecinos de una pequeña localidad, lo mismo se reunían para hablar de Faulkner que para decidir, en asamblea –muy Podemos, por cierto–los cargos de alcalde, cura y maestro oficial. Tan marciana la película que cobra actualidad por momentos, dicho sea de paso. El caso es que el alcalde de Jun decidió que todos los trabajadores municipales contasen con una cuenta en Twitter para mantener un contacto más directo y para resolver incidencias vecinales a través de este canal. Ya sabe, una farola fundida, una calle sin barrer, una procesión magna que de pronto asalta una calle, unos vecinos que no pueden dormir… lo normal. La policía municipal, por ejemplo, está al tanto, las 24 horas, de los actos vandálicos que incluso les llegan acompañados de fotografías tipo «el Moi rompiendo un banco del parque» y cosas por el estilo. La cosa llegó a ponerse tan interesante, que los vecinos y vecinas se dirigían directamente al operario encargado de un determinado tema y este, a su vez, arreglado el entuerto, daba cuenta a través de su cuenta –nunca mejor dicho– de lo bien que le había quedado el chapú. El final, y ahora estará usted pensando que para qué le cuento todo esto, es que Jun se ha convertido oficialmente en «“pueblo tuitero», y así se lo ha reconocido el Institute of Technology de Boston, que no debe ser muy mamarrachero porque fueron los responsables del ‘Yes we can’ que llevó a Obama a la Casa Blanca.

Y es que tanto Twitter puede ser hasta bueno. Según Rodríguez Salas, la red social del pajarito puede contribuir a devolver la credibilidad de los políticos. Tal vez porque lo que nos parece un horror en la vida real, se dulcifica en la virtualidad de las redes, donde la mujer del César solo tiene que parecer buena. Usted lo sabe tan bien como yo, un tuit llega antes que un presupuesto, antes que una subvención, antes incluso que la propia gestión. Y es ahí donde radica el éxito de la penetración de nuestro alcalde.

En la vida, en la de verdad, hay que dar la cara. Aparecer, por ejemplo en la entrega de la medalla de la ciudad a la patrona –darle este tipo de méritos a una imagen me parece igual de absurdo ahora, que cuando lo hacía el Partido Popular– después de haber defendido, ante sus aliados de gobierno, que se le otorgaba por aquello del fervor popular de las seis mil firmas. En fin. Pero en la vida virtual no es necesario aparecer físicamente. Basta con que el mensaje tenga ciento cuarenta caracteres, que sea directo, y haga efecto la penetración.

Lo único malo de las redes sociales es que se edifican bajo el techo del ‘scripta manent’. Y de lo que queda por escrito cuesta mucho trabajo desdecirse. Nada que ver con la expresión oral, con las palabras, que se las lleva el viento.

Si no, que se lo digan a Alexis González y a Manuel Jesús Fuentes, los dos ciudadanos que llevaban meses «esperando con ansias esos presupuestos», no aprobados en el Pleno, que ahora los llevan al banquillo. Se les acusa de haber increpado, supuestamente, al portavoz socialista diciendo «Te espero en la calle, vas a necesitar escolta», cuando ellos, lo que habían querido decir –según sus declaraciones– es que «para oírle bien, mejor sería que se vieran fueran del Ayuntamiento».

Ahí lo tienen. Cuando mi hijo era pequeño y decía alguna barbaridad, los mayores lo corregíamos enseguida «fruta, ha dicho fruta». Y el chiquillo insistía en su palabrota. Hoy es un gran tuitero, solo espero que su índice de penetración sea normalito, la verdad.

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