OPINIÓN
El talón de Aquiles
Varios puntos hacen tambalear la calidad de nuestro carnaval y dependen exclusiva y proporcionalmente del dinero que quiera invertir el Consistorio

Nuestro carnaval goza de virtudes y defectos en todas sus facetas. En la calle el carrusel de coros tal vez sea la mejor de las virtudes. Las agrupaciones callejeras, el ambiente de las calles y los grupos punteros que callejean, se suman además para hacer ... grande nuestra fiesta. Pero tenemos varios puntos flacos que hacen tambalear la calidad de nuestro carnaval. La ornamentación de la ciudad, los conciertos, fiestas infantiles y la cabalgata son algunas de estas carencias, las cuales dependen exclusivas y proporcionalmente al dinero que quiera invertir el Consistorio. Si el gobierno municipal decide poner más carne en el asador para ello; ornamentos, carrozas, luces, grupos de animación, orquestas y festejos, serían de mucho más nivel, todo depende siempre de la partida económica que se destine para ello.
En el concurso sin embargo resaltan más las bondades que las inclemencias pues cada año las distintas asociaciones involucradas convocan a su sanedrín correspondiente proponiendo y aprobando cambios para mejorarlo. Algunas veces las nuevas normas decretadas en consenso perduran varios años, otras solamente subsisten uno pues luego se demuestra con algún argumento de fuerza que no funcionaban como se pretendía. En definitiva nuestro concurso es lo que más se renueva de éste carnaval y en donde se resetea todo, si fuese necesario, sin ningún tipo de problemas para lograr que todo funcione mejor. Dentro de éste cabe destacar la más brillante de nuestras virtudes; las coplas, con sus músicas y letras magistrales, que junto a la originalidad y creatividad de nuestros autores hacen que nuestra fiesta sea de las mejores de nuestro país.
En cuanto a las carencias del concurso, para las agrupaciones sobre todo, podríamos citar el uso del teatro en todas sus vertientes. Las luces en la escena, las varas de los decorados, la posibilidad de realizar algún ensayo in situ de la escenografía o movimientos del grupo y figurantes, así como la comprobación del sonido de voces e instrumentos a utilizar. Todo sería cuestión de organización en tiempos y de personal para conseguir que nuestros grupos realicen algún tipo de ensayo sobre las tablas si así lo solicitasen. Salir sobre las tablas del Falla hoy en día es como una lotería. Por muchas mediciones y puestas de escenas virtuales que nos traigan nuestros modernos artesanos las agrupaciones se la juegan el primer día del estreno. ¿Cuantos errores se han cometido ese primer día por no haber podido ver o probar antes sobre el propio escenario? Sería de una ayuda inestimable para cualquier grupo, ya no tanto como para asegurar el éxito del repertorio pero sí para garantizar al menos que lo sale a escena es lo que realmente habías ideado y ensayado.
Como vemos podemos sacar a la luz muchas virtudes y carencias de nuestra fiesta pero sin duda el talón de Aquiles de ésta es el ego. La falta de humildad en todas sus corrientes. Encontramos ese defecto en la prensa escrita, la radio, en grandes autores, en técnicos, entre los miembros de las agrupaciones, aficionados, en políticos, en artesanos, jurados, en presidentes, en directores…que proclaman sus verdades y critican de todo sin tener conocimiento de nada; ni de historia, ni de música, ni de literatura, ni de filosofía, ni de escenografía, ni de teatro, ni tan siquiera de aquello tan sencillo como afinar una guitarra o en saber explicar de qué se compone un soneto.
Nuestra gota de agua es inmejorable, pero en el océano es una menudencia, piénselo.