IGNACIO MORENO BUSTAMANTE - OPINIÓN

Sopor plenario

Tanta cercanía con nuestros políticos abruma y deprime, pues nos hace ser aún más conscientes, en vivo y en directo, de las manos en las que estamos

IGNACIO MORENO BUSTAMANTE

Hoy domingo, 1 de noviembre, cuando se cumplen exactamente 141 días del ascenso al poder de Por Cádiz Sí Se Puede en la trimilenaria capital gaditana, podemos concluir, sin temor a equivocarnos, que el principal cambio que verdaderamente están percibiendo el ciudadano y la ciudadana de a pie, es la retransmisión en directo de los plenos municipales por Onda Cádiz. Ni servicios sociales ni nada. La tele. Cabe suponer que se trata de una suerte de castigo del alcalde a todos sus vecinos y vecinas por haber votado al PP durante 20 años. En lugar de entretenernos la mañana con Manoli Lemos, o dejarnos intentar adivinar los acertijos de Salvador Fernández Miró, o disfrutar de la dupla Miriam Peralta/Hugo Vaca en el ‘Submarino Amarillo’, los últimos viernes de cada mes nos deleitan con horas y horas de insufrible pleno. Como servicio público es una decisión impecable, que nos acerca aún más a nuestros dirigentes y dirigentas (perdón por la incorrección, pero es la consecuencia de doce horas de pleno televisado el viernes con su correspondiente lenguaje políticamente y patéticamente correcto).

Y es que tanta cercanía con nuestros políticos abruma y deprime, pues nos hace ser aún más conscientes, en vivo y en directo, de las manos en las que estamos. Cualquiera que se entretuviera hace dos días en ver un ratito semejante espectáculo, coincidirá conmigo en que resulta imposible salvar ni a la cuarta parte de nuestros 27 concejales. Prácticamente ninguno improvisó sus intervenciones. Casi todos leyeron las que previamente traían ‘cocinadas’ de casa. El nivel lingüístico es lamentable y el de oratoria aún peor. Por no hablar de las formas durante los debates: risas, cuchicheos, ausencias constantes, consultas contínuas a los teléfonos móviles, aspavientos... y un repetitivo masticar de chicles sobre todo entre los ediles y edilas más jóvenes. Todo, durante más de doce horas, para dar vueltas y vueltas a temas absurdos y acabar votando lo que cada cual traía pactado de antemano. Lo del debate es una falacia, una forma de vender humo. No hay debate, sólo palabrería. Nadie escucha al oponente. Si lo hace es sólo para atacarle. Desde luego no para tratar de alcanzar consensos.

Eso sí, el momento cumbre llega al final, con las intervenciones de los ciudadanos. Mientras los concejales y concejalas se ponen las rebequitas y recogen para irse a casa, la gente de a pie le echa en cara al alcalde que dónde está todo aquello que prometió. El viernes una señora exigía un trabajo a ‘Kichi’. Y éste le respondía que no podía dárselo, que eso sería prevaricar. Bien está que al final se haya dado cuenta, aunque en campaña prometiera cosas bien distintas. Aquello de que volverían todos los gaditanos que se habían tenido que marchar. Qué distinto es predicar altavoz en mano que gobernar. Qué largos son los plenos del Ayuntamiento. Qué ‘nivelito’. Qué panorama más desolador.

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