OPINIÓN
La soledad también mata
A las dificultades económicas que sufren nuestros mayores se suma además la angustia de vivir solo
Miles de pesnionistas se echaron a la calle el pasado sábado en demanda de un retiro digno. La pérdida de poder adquisitivo ha llevado a los jubilados a plantar cara después de años de silencio y sacrificio, sin embargo, detrás de esta justa reivindicación se esconde otra situación que nos obliga a la reflexión y, sobre todo, a tomar cartas en el asunto. Se trata de la soledad de nuestros mayores. El olvido es la peor de las enfermedades. El número de ancianos que vive completamente solos en la provincia de Cádiz ha crecido de forma exponencial en la última década.De las casi 200.000 personas mayores de 64 años que suma la provincia, se estima que unas 43.000 viven solas y que, al menos, 46.000, son dependientes. La soledad mata y lo hace lentamente. Sentir una soledad extrema puede aumentar en un 14% las posibilidades de muerte prematura de una persona mayor, según ponen de manifiesto varios estudios de psicología. El impacto de la soledad en la muerte prematura es casi tan fuerte como el impacto de la situación socioeconómica desfavorecida, que se advierte como aumenta las posibilidades de morir prematuramente en un 19%.
La familia juega un factor determinante en estos casos, pero qué ocurre cuándo no existe el apoyo de los hijos o el pariente más cercano está a kilómetros de distancia. Organizaciones como la Cruz Roja se encargan a diario de dar calor a esas personas que necesitan de afecto. Más de 30.000 gaditanos tienen el servicio de teleasitencia y a través del teléfono piden ayuda para ir al médico, hacer la compra o, simplemente, mantener unos minutos de conversación. La soledad es tristeza. En España, se calcula que una de cada cinco personas mayores de 65 años vive sola. Eso quiere decir que hoy en día más de un millón de estas personas tiene como única compañía la soledad, una realidad que las aboca, en muchos casos, a no recibir visitas durante meses o a no hablar con nadie durante días. No es lo mismo vivir solo que sentirse solo. La soledad no elegida ni deseada provoca sentimientos de tristeza y vacío. La ausencia de relaciones en la vida de los mayores crea una mayor vulnerabilidad, dependencia y aislamiento. Detrás de cada anciano hay una historia y el recuerdo del pasado es lo que aporta una felicidad pasajera que se apaga cuando llega la noche y uno se despierta con la cruda realidad: la soledad.