OPINIÓN
El símbolo del sectarismo
La Fundación de la Mujer ha mostrado la cara más cruda y real del Gobierno local de Cádiz
Sucedió desde el primer día, puro exceso de neorrealismo mal digerido y caduco. Pero, con todo, asombra. Es el histrionismo político por sistema, la sobreactuación como método. Los gestos grandilocuentes, a los que es tan dado este gobierno municipal, han sido su sello y llegado ... el día formará su único legado si todo sigue por el camino de incapacidad que ha mostrado hasta ahora. La Fundación de la Mujer del Ayuntamiento de Cádiz sólo ha tenido resonancia en los últimos cuatro años por tres cosas: unos cursos para mujeres desfavorecidas que incluían técnicas sexuales que no parecían ajustadas a la búsqueda de empleo; la eliminación del busto de una feminista histórica y la trifulca política, la pelea de sillones, por buscar gerente durante más de medio mandato. Por último, trascendió la ironía de que los sueldos de trabajadoras y trabajadores no estaban equiparados. Perdían ellas, qué sorpresa. Y nada más. Nada de la utilidad pública que se le supone, de su importante misión de apoyo a un género siempre marginado, desde la noche de los tiempos, en todos los colectivos, entre los marginados incluso. Siempre con necesidad de esforzarse mucho más para recibir mucho menos de la sociedad. Pero con todo ese trabajo por delante, sólo han sonado los miniescándalos de la política diminuta y partidista, el ruido de la parálisis y los chirridos de la mala dramaturgia. La oposición no se ha cansado de denunciar en este tiempo la nula actuación, el «descontrol» y la «falta de transparencia» en este organismo autónomo. Curiosamente, también ha ejercido como oposición crítica el propio equipo de Gobierno, que perdió el control político del organismo por esas cosas que tiene la democracia representativa, por esa locura de dar la razón a la mayoría que votan los ‘consejeros de un consejo’. Cuatro años han pasado y aún hay que explicarles a los que gobiernan Cádiz que no tienen mayoría absoluta (ni simple) y que gobiernan por el voto prestado del PSOE, con su tutela. A ese apoyo imprescindible se volvió a consagrar el alcalde para tratar de hacer girar el voto socialista y recuperar el timón de la Fundación de la Mujer. El argumento –peregrino, como pescado en el Pisuerga–, es que los actuales responsables de Ciudadanos son compañeros de partido de los que han pactado con el PP en Sevilla, que a su vez llegaron a un acuerdo con los machistas de Vox. Así de indirecto y enclenque es el argumento. Eso ha bastado para reivindicar clamar por la recuperación de la Fundación y de una concejala, Ana Camelo, conocida por ser la más «sectaria» –así la califica la oposición– de un gobierno sectario que sólo ve el mundo con buenos y malos, verdugos y víctimas, rojos y fachas.
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