Ignacio Moreno Bustamante - TRIBUNA

Si Susana Díaz

Si Susana Díaz quiere seguir diciendo que la sanidad es la joya de la corona en Andalucía, que lo diga

IGNACIO MORENO BUSTAMANTE

Si Susana Díaz quiere seguir diciendo que la sanidad es la joya de la corona en Andalucía, que lo diga. Si pretende hacernos ver que la gestión del Servicio Andaluz de Salud roza la excelencia, ¿quiénes somos nosotros para llevarle la contraria? Y si quiere convencernos de que casos como el de los muchos hospitales que dirige la empresa Pascual es una «concertación» en lugar de una privatización pura y dura de la sanidad, sea. No la distraigamos ni la importunemos, que está en cosas más importantes. Así que si la presidenta de la Junta de Andalucía afirma que todos «sus niños» andaluces tienen una suerte horrorosa de tenerla a ella de gran lideresa por lo bien que funciona la educación y lo estupendos que son «sus colegios», alabemos al señor de la política por habérnosla entregado en gracia. No importa que se caiga de vieja, por ejemplo, la valla del cole más cercano a su oficina central en Cádiz. A unos metritos escasos de la modernísima sede del gobierno andaluz en el que moran de 7.00 a 15.00 cientos de funcionarios. Ni que haya miles de plazas libres en colegios públicos y haya bofetones por entrar en los concertados. Si ella dice que la educación va bien, es que va bien. Punto. Que nadie tosa. Ha hablado ella.

Así que si la heredera de Chaves y Griñán le da un más que efusivo abrazo al alcalde de Cádiz –le dejó el traje de Tinoco, ¿o era de Eutimio? arrugado cual uva pasa– y le dice que no pasa nada, que ella ya está aquí, sonriamos por nuestra enorme suerte. Si le promete que va a arreglar la Ciudad de la Justicia, la Residencia Tiempo Libre, el solar de San Luis, el Museo del Carnaval, las políticas de empleo... y todo en una mañanita, ¡Hosanna en San Telmo! Sin olvidar que en cuantito pueda, le mete mano también al nuevo hospital. Si ha conseguido convencer al mismísimo Kichi, que ha sido su azote desde su época de activista de botellón, es que es cierto.

No sé qué tiene, qué desprende, la presidenta de los andaluces, que allá por donde va deja un poso de divinidad. No sé si es porque siempre aparece en las fotos dos metros por delante de toda una cohorte de consejeros, delegados, asesores y pelotas varios que la hacen parecer una especie de Barack Obama versión femenina, blanca y de Triana. O precisamente porque nadie se atreve a toserla. O porque pocos medios de comunicación se atreven a contradecirla. Pero si ella dice que Andalucía va bien, es que va bien. No hay más que hablar.

Debe ser por eso que, cuando decida que –según sus cálculos– es buen momento para dejar de marear la perdiz y anunciar que se presenta a la secretaría general del PSOE, todos estaremos sin duda de enhorabuena. Porque España entera disfrutará y se beneficiará de su excelencia política.

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