Opinión

Que si quiere bolsa

Lo bueno de tener hijos postmillennial es que soy capaz de resolverlo todo con un meme o un tuit

Yolanda Vallejo

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Algo bueno de tener hijos ‘postmillennial’ o como demonios se llame esta generación que no concibe la vida sin Instagram, es que, además de tenerme permanentemente escandalizada –soy fácilmente escandalizable, dicho sea de paso–, me permite convivir sin complejos entre dos mundos que nada tienen ... que ver entre sí. También me ha hecho bilingüe, mire por usted por donde; porque soy capaz de comunicarme con ellos –en plan, lol, crush, salseo, ya sabe– con la misma naturalidad con la que podría comunicarme con mis padres, o con mis congéneres ochenteros, muchos de ellos anclados aún en ‘La Bola de Cristal’. A la generación Z –los nacidos entre 2000 y 2010– les importa bien poco lo que ocurra en el mundo, si no es su mundo, claro está. Un mundo que está hecho a la imagen y semejanza del que tenga más ‘likes’, porque no ven con los ojos, sino con los dispositivos electrónicos que llevan a modo de apéndice vital. Nada le descubro si le cuento de esta generación, porque seguro que tiene usted algún espécimen representante cerca y sabe cómo se comportan y cómo actúan, siempre en son de paz o al son que mejor les suene. Adanes hasta sus últimas consecuencias, extraños incluso en su propio paraíso; ese paraíso donde todo lo tienen a su alcance, y donde viven mejor que Dios.

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