OPINIÓN
Sanidad
El debate sobre la sostenibilidad de nuestro sistema de salud, sobre su organización, su financiación, su eficiencia, es una cuestión sobre la que se pasa de puntillas

Recientemente se presentó en Cádiz la plataforma “Basta ya” con un decálogo de medidas urgentes para asegurar la calidad asistencial en Atención Primaria en nuestra región. Entre las reivindicaciones se encuentran, entre otras, la de disponer de plantillas suficientes de profesionales, el ... poder acceder a recursos diagnósticos, el de asegurar tiempos adecuados de asistencia a los pacientes o el ejercer en las mismas condiciones que en el conjunto del país. Si las dificultades identificadas por los profesionales en Atención Primaria son graves, no menos cierto es que la situación en la atención especializada también debe afrontar numerosos problemas .
En nuestro país hemos tenido, hasta ahora, un sistema público de salud envidiable; la cuestión es si seremos capaces de asegurar que lo seguiremos teniendo en el futuro. Y, aunque la sanidad está descentralizada en las Comunidades Autónomas, los problemas y retos a los que se enfrenta deberían considerarse como cuestión de Estado. De hecho, el Artículo 51 de la Constitución aborda la garantía y la protección de la salud por parte de los poderes públicos y la Ley General de Sanidad establece que la protección del derecho a la salud debe tener cobertura universal y seguir el principio de equidad tanto en el acceso al sistema como en las prestaciones.
Si bien muchos de los indicadores no dejan a Andalucía en buen lugar en el panorama nacional, y el nuevo gobierno andaluz se encuentra con una buena papeleta en este aspecto, también es cierto que la mayoría de las Comunidades Autónoma deben hacer frente a dificultades comunes.
Los problemas que saltan a la prensa no son más que la punta del iceberg de los peligros que pueden llegar a estrangular la calidad de la asistencia en nuestro sistema público de salud. Y los retos no dejan de crecer. Porque a las diferencias en prestaciones sanitarias, en el número y distribución de profesionales sanitarios o en el tratamiento que reciben éstos últimos, tenemos que sumar las circunstancias en las que tendrá que desenvolverse, en un futuro que ya ha llegado, nuestro sistema sanitario.
Si tenemos en cuenta el envejecimiento de la población , y en esto España va a la cabeza, la cronificación de muchas enfermedades, el progresivo incremento de la innovación científica y tecnológica o la mayor información, que no siempre coincide con formación, de los usuarios, entre otras muchas cuestiones, es obvio que las necesidades en gasto sanitario no harán más que incrementarse. Y el poder abordar estos problemas exige del concurso responsable de las Comunidades Autónomas pero, también, del propio Estado. Sin embargo, el debate sobre la sostenibilidad de nuestro sistema de salud, sobre su organización, su financiación, su eficiencia, es una cuestión sobre la que se pasa de puntillas.
Dentro de nada estaremos en campaña electoral y ya veremos si, en algún momento, se plantea abordar en profundidad el futuro inmediato, y a mediano y largo plazo, de nuestra sanidad. O quizá, de nuevo, se deje aparcado para, en caso necesario, ir a la “solución” fácil para contener el gasto que no es más que meter la tijera en el capítulo de personal , precisamente el eje fundamental que está asegurando hoy día la supervivencia del sistema.