Rompecabezas electoral
La convocatoria del 28 de abril llega en el escenario más impredecible que haya conocido la democracia española
Las elecciones anunciadas ayer –y necesarias hace mucho– ofrecen un escenario incierto, desconocido hasta ahora y completamente distinto al de las últimas convocatorias. Hay una diferencia notable con respecto a aquellas elecciones que ahora parecen plácidas. Los hábitos de los votantes han cambiado de forma ... muy rápida. Los expertos aseguran que cada vez más ciudadanos eligen su opción en las últimas horas de campaña y sin atender a mensajes, mítines, discursos ni eslóganes. Es la política sentimental, heredera de la época del malestar generalizado que se ha instalado en todas las capas de la sociedad desde la última crisis económica. Los estudios demoscópicos, las encuestas y previsiones, son menos fiables que nunca y la fragmentación es la más alta que se haya conocido en España en 40 años de democracia. Hasta cinco partidos pueden estar separados por menos de 15 puntos porcentuales en papeletas. Vox ha irrumpido como nadie había esperado. Podemos se ahoga en su demagogia. Ciudadanos acusa indefinición ideológica por su origen territorial. El PP trata de rehacerse tras un relevo generacional como no había conocido. Los socialistas siguen lastrados por su fractura, generada por dos mociones de censura (una frustrada y otra perpetrada). Nunca superaron ese episodio como quedó demostrado el pasado mes de diciembre tras las elecciones autonómicas, como ha quedado claro tras las concesiones de Pedro Sánchez a los secesionistas catalanes. Existe la posibilidad, no tan remota, de que sea imposible formar Gobierno. El supuesto ‘sorpasso’ que se esperaba por la izquierda hace tan sólo tres años podría producirse ahora en las formaciones conservadoras, lo que provocaría un tsunami político en España y un terremoto en las filas hasta tres partidos. Les será difícil aguantar la tentación de implosión, de agravamiento de la crisis interna. Este escenario tiene un reflejo atenuado en la provincia de Cádiz, donde el PSOE y el PP van consumiendo en cada convocatoria sus antiguas reservas de votos en favor de los emergentes. Los indecisos y la abstención parecen más decisivos que nunca a la hora desequilibrar la balanza y permitir coaliciones de investidura o gobierno de hasta tres formaciones políticas. Habrán de verse ya como naturales por frecuentes. Es el 28 de abril que nos espera.
Y sin respiro, el 26 de mayo.
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