OPINIÓN
Sabina: el pirata que ganó Cádiz a versos
Joaquín Sabina dio un pregón de Carnaval extraordinario, en el que supo rodearse de amigos y artistas
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Ir a favor de Sabina es tan ventajista como ir con el océano, con la expansión de una galaxia o con la risa de un niño. Sabina alberga mucho más que Joaquín, más que sus letras y músicas, más que sus libros y más de ... lo que podamos decir de él periodistas que apenas hemos aprendido a escribir. Él es la leyenda propia y la atribuida, los conciertos que suspendió y los que regala con sólo con mover los labios. Y, sobre todo, Sabina es, desde este Carnaval, parte del corazón de todos los gaditanos. Como lo es Jorge Drexler. Como intentó ser Pablo Carbonell y sólo consiguió quemar el timbre de tanto llamar a la puerta.
Una ciudad son también los amigos y enemigos que se va encontrando. Cádiz es un poco Nelson, un mucho Mendizábal, una placita Teófila y, de momento, un telefonillo Kichi. Aún habrá que decidir qué es Joaquín Sabina para la ciudad, pero habrá que buscar un huequecito que huela a bota y carnaval. Antes del pregón, muchos habían intentado con este pájaro de cuidado el tiro al blanco, usando la bala de que sólo ha ido a una sesión del COAC (para decirlo todo, a media) y que apenas había hecho referencias al Carnaval en las semanas previas. Como la madrastra de ‘La Bella durmiente’, esperaban que se pinchara en la rueca de San Antonio. No hubo costura, pero sí mucha canción en ese coser y cantar que fue un pregón que recuperó espectacularidad y calidad.
Como los buenos toreros, es cuando la plaza ruge cuando se crece. Cuando adivina que pueden llover almohadillas de punta coge a su mejor cuadrilla y ataca a las dudas por los cuernos. Sabina agarró anoche el verso por las solapas y le dio un morreo que aún le quema en los labios a unos aficionados que temían que el artista hiciera, como en su última gira, un Pastora Soler. Más bien, hizo un Daddy Cádiz en el que él se deleitó como ‘Father’.
Sabina es ya parte de la ciudad por el pregón y, sobre todo, por el corazón con el que dio por empezado un Carnaval que tiene mucho de lo que se atribuye al autor de ‘Calle melancolía’: ingenio, desvergüenza y una desmesurada afición a los vicios terrenales. El listón ha quedado alto una vez más. Lo ha subido el que, queriendo ser el pirata de la canción, ha venido a repartir poesía en la tierra de Fernando Quiñones.