La revolución, tía
La patria de lejos es un territorio extraño, lejano, abstracto, casi del papel de los mapas de la guerra
La patria de lejos es un territorio extraño , lejano, abstracto, casi del papel de los mapas de la guerra: fronteras, aquí tal río y al este, el mar.
Empieza en un lugar en concreto y en un momento en concreto y a partir ... de ahí se extienden fronteras que resultan siempre límites inconclusos como el final de las ciudades. ¿Quién sabe dónde termina Madrid?
La nación casi nunca está en peligro, y después cae la noche en Barcelona y si la miras de cerca, la patria habita en lugares mucho más concretos. En el tipo que apaga la barricada, por ejemplo. En el paso que da hacia el extintor, en la mano que aprieta el gatillo y acciona el chorro de polvo, en el segundo exacto en el que ve al matonerío girar tras el contenedor y venírsele encima, ese instante en el que, en lugar de huir, aguanta.
El pómulo de ese tipo sobre el que se estrella el puño, las costillas que reciben la patada en el suelo. Ahí vive España , de alguna manera, y también Cataluña. Ese hueso en concreto es una patria entera, y también lo es la mujer anciana que en el segundo piso levanta el teléfono y llama a su hija porque el salón se le está llenado de humo y siente en el pecho la presión del miedo, los cristales rotos, el cielo de hoguera sobre la ciudad y la pareja que sonríe en un selfie sobre la barricada. «Es la revolución, tía».
Así vista de cerca, la patria es extraña como la cara de la persona a la que se está besando: una ceja, una oreja, pelo. Todo eso junto es tu novia. Todo eso es tu país. Más allá sobre el cielo vuela la política y su juego de cometas que empujan datos de intención de voto. En algún momento del juego, Sánchez pensó que no era una mala idea apoyarse en Cataluña para erigir sobre ella su quinto advenimiento centrista y para tener algo de lo que hablar en campaña que no fuera la desaceleración económica y lo que cuestan sus medidas sociales.
Sánchez Imperator se elevaría sobre el conflicto catalán como un líder responsable y ultraconstitucionalista, tan cerca y tan lejos de lo de Pedralbes y del relator. Advirtió de que habría una respuesta a la respuesta a la sentencia . Ahora hay gente que espera su respuesta, una acción que siempre es complicada de dar y más complicada de rentabilizar políticamente entre sus votantes. Todo lo que un político haga en Cataluña le va a parecer muy poco a unos y demasiado a otros. Pensar en salvar unas encuestas metiendo mano a Cataluña es pretender solucionar el pago de la hipoteca jugándose los últimos ahorros al cuatro rojo en el casino de Torrelodones.
Va Torra cortando la AP7 con una camisa y un jersey y una sonrisa que parece que, en lugar de hacia la libertad de los pueblos, camina hacia el hoyo 18. «Es la revolución burguesa, tía». ¡Siempre pacífica y digna! Como Sánchez, Torra pensó que podía ser varias personas, pero cuando es más de dos se le complica. Puede uno ser un montón de gente siempre que una no muela a palos a la otra. La postura de la Generalitat en el kamasutra democrátic es complicada. Quim tiene un pie a cada lado de la barricada, pero la barricada está en llamas.