Fernando Sicre - OPINIÓN
Retratos de familia
Porque lo que ocurre en Cataluña debe ser una especie de sueño, más irreal que real
España país de contrastes. Pasamos del blanco al negro, sin pasar por el gris. Las familias reales españolas han sido retratadas con maestría por Velázquez, la Familia de Felipe IV, conocida también por las Meninas, o Goya que pintó la de Carlos IV. De ahí pasamos al surrealismo de Miró y Dalí. Éste catalán, artista extremadamente imaginativo, manifestó una notable tendencia al narcisismo y la megalomanía, cuyo objeto era atraer la atención pública.
Parece que describo a la trupe independentista de ahora. Manifestaba sin rodeos su linaje arábigo, que remontaba sus raíces a los tiempos de la dominación árabe de la península ibérica. Y después dirá Junquera que la gética catalana es como la francesa. Caló tanto el surrealismo, que hechizó a más de uno en aquellos lares del nordeste español. Porque lo que ocurre en Cataluña debe ser una especie de sueño, más irreal que real. Lo más parecido al surrealismo militante de una buena porción de la población catalana. Pero algunos «buenos catalanes», los únicos según ellos, son la excepción. Y aparecen como si fueran militantes del impresionismo francés. Tratan de emular a Claude Monet y sorprender al mundo. Tanto, que el Vicepresidente Económico de la Generalidad, escribía en 2008 un artículo en el que se encontraba convencido que la ‘raza’ catalana tenía que ver más con Francia que con España. Seguro que había leído y había sido influido por el «padre de la patria catalana contemporánea», el sinvergüenza Pujol, que escribió en 1976: «El hombre andaluz no es un hombre coherente. Es un hombre anárquico. Es un hombre destruido. Es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual». Como verán ustedes, Pujol no sólo es un sinvergüenza, sino un perfecto gilipollas. Junquera, que le va a la zaga en sus delirios homofóbicos, para «desconectar» su «raza» de la «española», escribió desde Rotterdam en 2008, que en el Estado español es imposible agrupar a toda la población en único grupo genético, existiendo diferencias irresolubles «entre catalanes y españoles». Me pregunto qué dirían al respecto, Arana y Arzallus cuando tuvieran conocimiento de que los vascos genéticamente son parte inquebrantables de la raza española. Supongo que se pondrían a llorar. Porque ese mismo año de 2008, Junqueras escribía en su columna ‘Bon vent’ del diario independentista ‘Avui’, sus reflexiones sobre las diferencias genéticas, concluyendo que «los catalanes tienen más proximidad genética con los franceses que con los españoles, más con los italianos que con los portugueses y un poco con los suizos». Oriol Junqueras, cuya homofobia se le ha subido a la ‘tète’, muy francés por cierto, en la escala de la gilipollez humana descrito con maestría en el libro ‘Allegro ma non troppo’, de Carlo Cipolla, estaría a punto de alcanzar lo más alto del listón. Con todo esto puedo componer un retrato muy catalán. A junquera lo miro fijamente y solo veo reflejado la torre izquierda de Notre Dame y medio Rosetón. El nuevo Presidente aparece reflejado con la cabeza de un caballo percherón, de pura raza francesa y con las crines al viento y por último, el otro Vicepresidente de exteriores y transparencia, su cabeza es tan transparente que veo circular su sangra madrileña por sus venas. Porque este irredento separatista, le va más el traje de chulo de Lavapiés, que el de hereu. Lo que no es, no puede ser.
Pero, hablando de ‘tète’ y volviendo a ‘Madriz’. El esperpento surrealista, impresionista y realista exhibido en la constitución del Congreso debe hacernos reflexionar. Yo solo percibí niños destetados y sin destetar. Con tanto niño, ¿dónde están los padres de la patria o es que ahora solo son niños sus señorías?