El Apunte - Opinión
La retahíla inacabable de excusas
Cada grupo municipal repite cada día los mismos reproches desde junio de 2015 sin dar un paso
Los cinco partidos políticos que representan a los vecinos de Cádiz en el primer escalón administrativo, el Ayuntamiento, parecen vivir congelados en el tiempo. Todos, con la excepción parcial de Ciudadanos, siguen atrapados en las mismas frases y argumentos que estrenaron a los pocos días de las elecciones municipales de mayo de 2015. Pronto habrán pasado dos años de aquella fecha y si alguien tiene la meritoria paciencia de repasar las hemerotecas encontrará que cada formación repite lo mismo una y otra vez en un interminable juego de tenis político y verbal que a la gente (tan mencionada) le resulta completamente irrelevante, intrascendente. En todo caso, irritante por inservible.
A nadie que viva en Cádiz le supone nada que Podemos (y Ganemos) se agarre una y otra vez, durante un año y medio, como todo plan político, a un titular de un periódico en el que se hablaba de que el PSOE le iba a permitir acceder a la Alcaldía para luego no darle ni agua. A nadie que tenga que trabajar o estudiar en la ciudad le supone nada que los socialistas repitan durante año y medio, casi cada día, que tuvieron que elegir entre un PP que rechazan y un Podemos al que «no le van a dar un cheque en blanco», ni cualquier otra cosa de cualquier otro color. A nadie que resida en la capital gaditana le supone nada que el PP recuerde cuatro veces por semana desde hace 18 meses que el PSOE votó a favor de la investidura de José María González Santos (Podemos) como alcalde de Cádiz. Pudimos verlo incluso en directo, por televisión, no hace falta que levanten acta cada mañana de tal evidencia.
Esos reproches, además de inútiles, han alcanzado un nivel de repetición traumático, preocupante. Lo peor que tienen es que tapan una incapacidad total y absoluta para alcanzar acuerdos productivos, ejecutivos, relacionados con la gestión, con la acción y la actuación. Uno de los mandatos de los votantes al romper las cámaras (incluso las municipales) en varios grupos pequeños era el de entenderse, el de combinar propuestas y alcanzar pactos, acuerdos de mínimos, pero acuerdos que pongan en marcha algo parecido a un proyecto, a una obra. Obras son amores y no buenas razones. Porque todos parecen tener muchos argumentos para no dar un paso y ni uno parece tener la menor idea de cómo darlo.
Todo sigue igual, inmóvil desde junio de 2015 pero el tiempo pasa, despiadado. Tic, tac, tic, tac, que diría Pablo Iglesias.
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