Resaca electoral
La Real Academia de la Lengua Española actualizó hace escasas fechas nuestro Diccionario
La Real Academia de la Lengua Española actualizó hace escasas fechas nuestro Diccionario y, a partir de ahora ya podemos usar, con absoluto respeto a las reglas, términos que, aunque de uso frecuente, no estaban contemplados oficialmente en nuestro español. Las novedades pasan de un ... millar, desde palabras nuevas hasta cambios en las definiciones e, incluso, la incorporación de otras acepciones recientes para términos previamente reconocidos por la RAE. La extensa lista incluye desde palabras que podemos reconocer como muy nuestras, y de intenso uso local, caso de «sieso», «bordería», en gaditano borderío, o de «capillita», hasta otras muy lógicas con los nuevos tiempos y las actuales sensibilidades y costumbres, caso de «arboricidio» o de «mensajería» que, como podemos imaginar, no se refiere a la postal. Hay también términos muy cosmopolitas, como brunch, brioche, brochure o como «annus horribilis», expresión puesta de moda por la reina de Inglaterra que, obviamente, no sabe español. En cualquier caso, bienvenido sea el término latino para que tengamos bien presente los orígenes de nuestra lengua. Hay otra nueva palabra que, sin duda, ha tomado suficiente fuerza durante todo este año 2019 como para poder entrar en el Diccionario con todas las de la ley. Me refiero a «candidatar», o proponer a alguien como candidato, palabra que, además, está muy relacionada con otro término ya antiguo para la Real Academia Española pero de rabiosa actualidad para el resto de los mortales: «candidato», persona que pretende algo, especialmente un cargo, premio o distinción. De hecho, tuvimos la oportunidad el pasado domingo de corresponder, o no, a las pretensiones de todos aquellos que se encontraban dentro de la citada definición. Como me ha gustado lo de incorporar términos latinos, no me resisto a recordar que «candidato» también procede de la madre de todas nuestras lenguas, excepción hecha del euskera. Así que nos vamos a «candidatus» y al verbo latino “candidare”, blanquear, que para eso se vestían de blanco, de «candidus» los equivalentes romanos.
No se le ha ocurrido, sin embargo, a la Real Academia la inclusión en el Diccionario de la acepción de «cándido» en la definición de candidato; posiblemente porque la correlación semántica tiene escaso uso común en la calle. Los académicos de la RAE, la Casa de las Palabras, tampoco han considerado incluir, por ahora, todas las nuevas acepciones posibles para numerosos términos del diccionario. Por ejemplo, llevamos un año hablando, y sufriendo, de «resaca electoral» y, sin embargo, su referencia expresa no se contempla en las interpretaciones de «resaca», que se limitan a las que tienen que ver con el limo, con las corrientes peligrosas o con las consecuencias de los excesos alcohólicos. Pudiera ser que se haya estimado más adecuado el considerarla incluida, y sin adjetivar, en la acepción «efecto o serie de consecuencias que produce algún acontecimiento o situación», sobre todo habida cuenta las connotaciones negativas y peligrosas que tienen el resto de las resacas. Mejor ser prudentes; no vaya a ser que lleguemos al status de «resaca nacional y permanente» y, al final, hubiera que incluir la susodicha acepción en la definición de «annus horribilis».