Repugnante fugitivo

Verlo de frente me recuerda una col de Bruselas. De perfil sólo atino a compararlo con una fregona boca arriba

Verlo de frente me recuerda una col de Bruselas. De perfil sólo atino a compararlo con una fregona boca arriba. Desde la retranca, su hedor hace insoportable mirarlo. Reitera machaconamente que colaborará con la justicia belga, porque Bélgica es un auténtico país democrático, cosa que niega de España. Otra mentira más. Freedom House, una ONG con sede en EE.UU se centra en estudiar la democracia, las libertades políticas y los derechos humanos. Su trabajo central es el estudio anual ‘La libertad en el mundo’, que califica a los países según el grado de democracia y libertad que garantizan sus instituciones políticas. Finlandia, Noruega y Suecia obtienen 100 puntos, la máxima nota de Freedom House. Nuestro país, con 94 puntos, por delante de Francia, Italia o EEUU y Bélgica. The Economist dice que España es la 17 democracia del mundo, a su juicio mejor que la de EE.UU. Para la prestigiosa revista, democracia no es un término unívoco, que representa un procedimiento político y un instrumento para facilitar el fin superior de la convivencia y el bien común.

¿Que es lo que hace esa col de Bruselas como cara, con manos en forma de alcachofas de Gantes, con expresión gestual de una ingesta permanente de mejillones con patatas fritas y alta dosis de cerveza bela Karmeliten? Pues se lo diré con contundencia: dar por la mismísima baticola a todos los españoles. Dice que colaborará con la justicia belga. Manifiesta que en España no hay democracia. Mentira, España es más democrática que Bélgica. Ya lo he justificado anteriormente. Una de las estrategias preferidas del nacionalismo es caricaturizar a España como anti demócrata y dictatorial. En contraste con el país de Alicia o Catadisney que encarna el paraíso democrático. El objetivo es ganarse el apoyo internacional. Decía Más que «la democracia española es justita, de baja intensidad y pseudodemocrática». Romeva manifestaba que «España no es un democracia real». Junqueras mencionaba que «la Constitución Española es antidemocrática». Tardá exponía que España es una democracia ‘low cost’. Sin embardo, Freedom House y The Economist entre otros muchos, manifiestan de modo reiterado que España es una democracia plena, la decimoséptima sobre 167 países examinados.

¿Qué ocurre entonces? ¿Dónde está el problema irresoluble? Está en la Ley. Precisamente en esta que es el instrumento democrático por excelencia. De ahí que su cumplimiento es absolutamente necesario. Sin Ley no hay democracia, ni por supuesto Estado de Derecho. Y ésta esta encarnada en la Constitución. Los nacional-independentistas alegan al eufemismo del derecho a decidir, que no es otra cosa que votar en un territorio la autodeterminación. El problema no es votar. El problema es votar una cuestión que contraviene el artículo 2 de la Constitución, la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles. Pero, no es que lo diga nuestra Constitución. Lo dicen todas las Constituciones escritas del mundo. La italiana en su artículo 5: La República, una e indivisible…La noruega en su artículo 1: El Reino de Noruega es un Estado libre, indivisible…La finlandesa en su artículo 4: El territorio de Finlandia es indivisible…La alemana en su artículo 21: Son inconstitucionales los partidos que tiendan a trastornar o a poner en peligro la existencia de la República Federal de Alemania…La francesa en su artículo 1: Francia es una República indivisible…y en su artículo 89: «Ninguna reforma puede ser iniciada cuando se refiera a la integridad del territorio»…y por último la de la II República española en su artículo 8: El Estado español, dentro de los límites irreductibles de su territorio actual… Al nacional-independentismo se unió el nacional-populismo, con su lema de «lo llaman democracia y no lo es». Era la consigna del 15-M. El comunismo leninista-estalinista en estado puro. La defensa del marco constitucional hay que hacerlo sobre la base de aplicar la Ley, incluido su artículo 6 sobre partidos políticos: «su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley». Se puede ser independentista, pero son ilegales materializar sus pretensiones.

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