Miguel Ángel Sastre
Reflexionar para avanzar
Seguir preguntándonos el por qué de todo lo que ha influido en estas elecciones, haría este artículo infinito y llegaría al punto en el que se encuentra España: el bloqueo
Seguir preguntándonos el por qué de todo lo que ha influido en estas elecciones, haría este artículo infinito y llegaría al punto en el que se encuentra España: el bloqueo. Quizás la jornada de reflexión empiece hoy, ya que cada vez que votamos todo se ... complica aún más y el análisis posterior se hace eterno corriendo el riesgo de olvidarnos de lo importante: nuestro día a día.
Dedicaría mi tiempo a definir cuándo empezó el bloqueo político y quiénes son los responsables. A reflexionar sobre cómo la corrupción únicamente estigmatiza y provoca mociones de censura –basadas en sentencias de dudosa imparcialidad jurídica, según la Audiencia Nacional– a un único partido, mientras que otros salen ilesos y ganan elecciones a pesar de que, a nivel cualitativo y cuantitativo, sus acciones sean de mayor gravedad. Sería fácil hacer leña del árbol caído y subrayar que la soberbia ha destrozado ese partido con el que, originariamente, simpatizaba la mayoría de España. Pudo sumar, asumir que la unión hace la fuerza, pero la ambición lo mató. Dedicaría algunas líneas a analizar cómo el calificativo de «fascista» es el término que más volteretas semánticas ha dado en la última década. ¿Recuerdan cuando llamaban «fascista» a Rajoy?
También a explicar cómo el auge de esa fuerza a la que parte de mi generación teme –de manera exacerbada– es resultado de recurrir, de forma torticera, a la aplicación de la tercera ley de Newton –«Acción-Reacción»– para que la única alternativa de gobierno real se debilite. Analizaría por qué algunos se escandalizan e hiperventilan con eslóganes de color verde pistacho, más propagandísticos que reales, mientras que blanquean ideologías y hechos verdaderamente xenófobos y violentos que están dinamitando el crecimiento económico y el carácter plural y cosmopolita de una de las regiones históricamente más prósperas de España. Incluso de cómo la ideología responsable de la barbarie que se vivía detrás del muro derribado en 1989, sigue sirviendo de inspiración para algunos gobernantes y para políticos a los que votan millones de españoles. Una ideología responsable de algunas de las mayores atrocidades de la historia y cuyos primitivos deseos de expansión dan pie a que ciertos historiadores sitúen el comienzo de la Guerra Civil en Octubre de 1934, en vez de Julio de 1936. Sin embargo, seguir preguntándonos el por qué de todo lo que ha influido en estas elecciones haría este artículo infinito y llegaría al punto en el que se encuentra España: el bloqueo.
Prefiero centrarme en todo lo que nos une, que no es poco. En los retos que tenemos. En desbloquear, en reactivar la economía y paliar los efectos de la crisis que viene, en la sostenibilidad de las pensiones, en la cobertura social de quiénes realmente lo necesitan, hayan nacido o no, en nuestro territorio, en financiar grandes infraestructuras que cohesionen el país, en ser pioneros en eficiencia energética y otras muchas más. Para lo que nos divide hay una solución: la libertad individual que implícitamente se recoge en nuestra Constitución. Esa, inherente al ser humano, que evita que nadie tenga derecho a imponer cómo debes pensar ni qué tienes que votar.