María Almagro
Las redes demenciales
Toda herramienta puede ser útil o salvaje dependiendo de quien la utilice
Toda herramienta puede ser útil o salvaje dependiendo de quien la utilice. Puede usarse de forma correcta, desde la responsabilidad y el sentido común, o, por el contrario, como un arma de odio y perversión. La herramienta no es el problema, es solo el medio, el canal. Lo dañiño siempre viene del otro lado. De quien teclea, dispara, sin importarle nada ni nadie. La Guardia Civil ha detenido en La Algaba (Sevilla) a un joven de 28 años por verter en su cuenta de Facebook comentarios injuriosos sobre los policías locales que la semana pasada tuvieron que abatir a tiros a un hombre que les estaba atacando con un machete cuando iban a detenerlo tras recibir un aviso por malos tratos. Pues resulta que el arrestado ha tenido a bien llamar «perro» y «asesino», entre otras cosas, al agente que hizo uso de su arma reglamentaria para impedir que mataran a su compañero al que, por cierto, le acababan de clavar un cuchillo en la cabeza. El mismo policía que intentaba evitar que un hombre, según los testimonios aportados hasta el momento, no asesinara a su mujer delante de su hija de 15 años.
Pero no. Esto no vale. Resulta que este mismo arrestado, el que puso «el perro de Jesús municipa nos mata a un vesino (así, con esta excelente ortografía)», se saltó todo esos detalles sin importancia. Su única preocupación fue salir corriendo a por su móvil y dejar clara su especial inquina hacia una persona que, otro detalle insignificante, cumplía con su trabajo de forma entregada y responsable.
Pero, al parecer, no se quedó ahí. Su opinión no fue una, que podría entenderse de alguna manera como fruto del dolor de la pérdida de un amigo (a pesar de la circunstancia en la que se produjera) sino que, desde que ocurrieron los hechos, no dejó de hacer comentarios ofensivos sobre el agente. Y mientras él escribía, el policía al que insultaba estaba ingresado en el hospital donde le tuvieron que operar por el profundo machetazo que había recibido en un brazo.
Pero además, la historia adquiere otro cariz más peligroso si se toma como cierto lo que ayer aseguraban algunas fuentes sobre que el detenido acusado de delitos de odio, injurias graves y otro contra la integridad moral, sí le movía cierta animadversión. Según ha trascendido, el policía al que llamaba «perro»le había detenido con anterioridad por algún asunto pendiente que tiene con la justicia. Pero, ¿eso quién lo sabía? El comentario ya estaba publicado en su perfil, ya se podía compartir y volaba por la red. Ya había salido de su casa y se había metido en la de otros. Ya estaba en la calle, amplificando el dolor que ya de por sí tendrá este agente, su familia, compañeros y amigos por un capítulo tan negro. Porque quien piense que un policía decide matar porque sí tiene un problema muy serio. El que no considere que no tenía otra que disparar para intentar impedir un mal mayor, también se lo tendría que hacer mirar. O el que se figure que a un agente (sea del cuerpo que sea) le gusta meterse en líos, sentirse investigado o procesado y dejar de dormir pensando que la justicia no estará de su lado, debería ponerse aunque fuera solo por ese segundo en su piel. No hay que olvidar quién está en cada lado. No hay que perder el norte y cambiar los papeles. Tener claro quién es el presunto asesino y quién pone su vida si hace falta al servicio de los demás... Al lado de esa misma ley que quizá un día tengamos que pedir para los nuestros.