Manuel Estrella Ruiz - Pte. Audiencia Provincial

Recuperar el prestigio

Al recibir esta invitación en la que se me exhortaba a hablar acerca de mi relación con la provincia de Cádiz, llegué a la conclusión de que soy «hijo legítimo» suyo

Manuel Estrella Ruiz

Al recibir esta invitación en la que se me exhortaba a hablar acerca de mi relación con la provincia de Cádiz, comencé a reflexionar sobre ello y llegué a la conclusión de que soy «hijo legítimo» suyo; en ella he nacido, concretamente en su capital, en ella he realizado todos mis estudios hasta concluirlos con mi licenciatura en la Facultad de Derecho de la UCA, en ella he formado mi propia familia y aquí ha transcurrido hasta el momento mi vida profesional, salvo mi primer destino que fue en la provincia hermana de Sevilla. He desempeñado mis funciones jurisdiccionales en El Puerto de Santa María, en Algeciras y en la capital, donde tengo el enorme privilegio de ser presidente de la Audiencia desde el año 2011, cargo que me llena de orgullo y satisfacción como magistrado y como gaditano y que para mí es un reto profesional apasionante.

Esta andadura por nuestra provincia y mi actual cargo hacen que conozca de primera mano y de forma exhaustiva la complejidad y diversidad de la misma en todos sus ámbitos, y como no podría ser de otra manera, en el aspecto jurídico.

No voy a hacer una exposición detallada de nuestra singularidad geográfica ni económica, algo de lo que que seguramente expertos en otras disciplinas pueden disertar de una manera magistral. Ahora bien, sí he de decir que es algo directamente extrapolable al mundo judicial. De hecho no son tan numerosas las provincias españolas que, por ejemplo, poseen secciones desplazadas de sus Audiencias, algo que en la nuestra se hace absolutamente indispensable al ser una provincia tan peculiar.

Su ubicación en el Estrecho, como puerta de Europa, genera un importante volumen de asuntos penales relacionados con el tráfico de drogas y con la inmigración ilegal. Asimismo, nuestra extensa línea de costa, hace que compartamos con otras provincias costeras y turísticas el problema de la construcción ilegal, convirtiéndose las resoluciones que aquí se dictan en un referente importante a nivel nacional en estos tipos de delitos.

En el resto de jurisdicciones, la situación no deja de ser muy similar al resto de provincias españolas, siendo los juzgados de lo Social y de lo Mercantil los que están soportando una mayor carga de trabajo, pues están sufriendo las consecuencias de la crisis económica en la que desgraciadamente seguimos inmersos. Todo esto hace imprescindible la creación de un segundo juzgado de lo Mercantil, ya que uno es totalmente insuficiente para toda la provincia y medidas de refuerzo en otros juzgados de lo Social y en aquellos juzgados mixtos ubicados en lo que en el argot judicial llamamos puntos negros.

En relación a las infraestructuras judiciales, con motivo de mi reciente renovación en el cargo, he tenido ocasión de expresar en diferentes medios la situación de las mismas, pero me voy a permitir manifestar un sucinto recorrido por ellas, ya que se me ofrece esta oportunidad. Una vez más he de hacer hincapié en que todavía son muy dispares, pues junto a edificios muy mal conservados y caducos, conviven instalaciones magníficas y modélicas como es el caso de los juzgados de Arcos de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda, el recientemente inaugurado juzgado de San Fernando o la misma Audiencia de Cádiz y otros que muy pronto verán por fin terminadas sus instalaciones, me estoy refiriendo a los juzgados de La Línea de la Concepción, en el que las obras caminan a muy buen ritmo. Desde aquí quisiera agradecer el importante esfuerzo realizado por la Administración, a pesar de que no corren unos tiempos muy boyantes a nivel presupuestario. Esto no quiere decir que el resto de los juzgados estén en condiciones extraordinarias, pero creo que se ha atajado lo más acuciante. Otra necesidad importante y que continúa siempre de actualidad es la creación de las tan deseadas Ciudades de la Justicia en Cádiz, Jerez y Algeciras, de las que en otras ocasiones ya he dado mi parecer al respecto.

En cuanto a nuestra historia, la justicia ha caminado de su mano desde tiempos romanos, pero indudablemente en los siglos XVIII y XIX, es cuando la provincia toma un protagonismo especial. Tan sólo haré referencia a dos fechas claves; por un lado he de reseñar el traslado de la Casa de Contratación a Cádiz en 1717, arrebatándole el monopolio comercial con América a Sevilla, hecho que junto a la política liberalizadora de los primeros borbones, favoreció la formación de una burguesía gaditana y una época de esplendor y crecimiento. El año próximo commemoraremos el 300 aniversario de este acontecimiento y sería una oportunidad sin igual para estrechar aún más los lazos que nos unen a esas tierras americanas, a las que tanto hemos aportado y de las que, por supuesto, tenemos mucho que asimilar y aprender. En mi labor desarrollada en diferentes consultorías de cooperación en Iberoamérica he podido conocer de primera mano la admiración y afecto que nos profesan, pues en toda la geografía española me atrevería a decir no hay otra tierra más afín. Quizás sería un buen momento para intentar, como ocurriera con el flamenco, generar unos «nuevos cantes de ida y vuelta».

De otro lado no puedo ni quiero dejar de hacer alusión al año 1812 en el que se promulgó la Constitución de Cádiz, año crucial para nosotros, tanto, que ha sido tomada su fecha para celebrar el Día de la Provincia. Constitución, que como todos sabemos, fue la primera promulgada en España, además de ser una de las más liberales de su tiempo. En ese mismo año se constituyó por primera vez en Cádiz el Supremo Tribunal de Justicia, en la Torre Tavira, algo que muchos gaditanos lamentablemente ignoran y de lo que me siento especialmente orgulloso como jurista.

Dejando un poco a un lado esta visión profesional de nuestra provincia y concluyendo mi exposición, quisiera como gaditano transmitir un mensaje de optimismo, pues tenemos una gran provincia; con dos puertos importantísimos a los que todavía no se les ha sacado todo su potencial, con una industria tradicional y otra naval que espera un nuevo despegue, con una Universidad perfectamente consolidada, y por supuesto con una sierra, unos pueblos blancos, unos kilómetros de litoral con unas playas envidiables, una gastronomía, unos vinos inmejorables, unas ciudades y pueblos con unos cascos históricos maravillosos y un acervo cultural, que constituyen el germen de un conjunto de magníficas posibilidades para un turismo de calidad. Pienso que aquí es donde puede estar el futuro, algo que devolverá a esta tierra el prestigio y el sitio que merece dentro de España.

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