OPINIÓN

Quizá convendría sentarse ya a negociar

«Es una imprudencia que aquí mantengamos la inestabilidad política que dura desde finales de 2015»

Uno de los leones de la entrada del Congreso de los Diputados tirado y con gesto de agotamiento. José Juan Gámez Kindelán

Antonio Papell

Cada vez son más potentes los síntomas de una desaceleración económica global, que desde luego nos afectaría seriamente. Es cierto -se ha recordado al producirse los malos augurios- que los economistas nunca atinan al presagiar las grandes inflexiones del ciclo económico (el propio FMI acaba ... de publicar un informe, referido a 62 países durante 22 años, que acredita la insolvencia de los expertos en la predicción de las recesiones), pero hay esta vez algunos indicios inequívocos, que son la consecuencia de observaciones objetivas y que por lo tanto no resultan demasiado dudosos. En efecto, no hay duda de que las tensiones a las que se está sometiendo el comercio mundial y que tienen su principal foco en el enfrentamiento entre los Estados Unidos y China reducirán los intercambios y afectarán negativamente a la economía globalizada. Y tampoco merece gran escepticismo la evidencia de que la industria automovilística mundial, que representa una parte relevante del PIB de muchos países, está entrando en una reestructuración de la que saldrá totalmente cambiada, adelgazada y probablemente reducida a una fracción de lo que fue, una vez que desaparezca el complejo motor de explosión y se afiance la tendencia a compartir el vehículo privado en las ciudades.  

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